sábado, 25 de mayo de 2013

Cap. 15 Automatic Dreams [2da. temp.]

Capítulo 15: ¿Los Kaulitz?


[ Bettina ]


— ¿Tienes hermanos? —Le pregunté a Serch. Ambos habíamos estado esperando varios minutos a que llegara alguien a la casa, y para no aburrirnos en la espera, continuamos conversando.

—Sólo tengo una hermana, se llama Maury, y aún es muy pequeña…

—Yo también tengo una hermana pequeña. —Comenté. Él sonrió. —Su nombre es Kayla.

— La mía tan sólo tiene dos años de edad…

—Oh, la mía ya está cerca de cumplir los diecisiete. —Ambos nos reímos. Estuve a punto de agregar: “Y también ya tiene dos hijos”, pero logré contenerme.

— ¡Bettina! —Escuché la voz de mi hermana proveniente desde la entrada principal de la casa. Me puse de pie rápidamente, y Serch al darse cuenta de mis movimientos, hizo lo mismo.

—Justo viene llegando. Espérame un momento aquí, ¿Quieres? —Salí de la sala de estar sin esperar una respuesta. Caminé lo más rápido que pude hacia la entrada, necesitaba advertirles a Bill y Tom que había que presentarles a alguien.

— ¡Amor! —Gritó Bill en cuanto me vio y corrió hasta llegar a mí. Me estrechó entre sus brazos en un cálido y fuerte abrazo. — ¿Cómo estás? —Preguntó después de darme un resonante beso en la mejilla.

—Bien gracias… —Sonreí. Siempre que me saludaba de formas tan dulces me quedaba embelesada mirándolo a los ojos. —Tengo… tengo que hablar con Tom y contigo. Y con Kayla también.

— ¿Qué ocurre? —Preguntó mi hermana.

—Mi terapeuta se quedará a comer. —Inicié de la forma más directa que pude. Sonreí al percatarme cómo Bill y Tom abrían los ojos como platos al mismo tiempo. —Lo siento, cuando lo invité olvidé por completo que…

—No importa. —Me interrumpió Bill. —Si de ahora en adelante él tendrá que venir todos los días para tus terapias, tendría que enterarse algún día. Da igual si es hoy. —Besó mi mejilla de nuevo. Tom asintió. Ciertamente no había otra opción.


[ Narrador ]




            Serch caminaba de un lado a otro deambulando por toda la habitación.
Escuchaba las voces de varias personas acercarse hacia donde él se encontraba, y eso lo hacía sentirse incómodo. Nunca había tenido problemas para conocer nuevas personas, pero el conocer a la familia de uno de sus pacientes resultaba ser de alguna forma ‘aterradoradoramente comprometedora’.

—Buena forma de conocerla mejor. —Murmuró para él mismo dibujando al instante una bella sonrisa en su rostro.

—Bien… —Betitna ingresó a la sala de estar. Se percató de que Serch deambulaba por todas partes y levantó una ceja; él la miró atento, esperando que continuara. —Quiero presentarte a mi hermana Kayla… —Kayla cruzó la puerta sonriente, miró a Serch a los ojos y él ensanchó una sonrisa en su rostro. Se observaron fijamente durante varios segundos, Bettina tragó saliva, esa acción de ambos le había parecido muy extraña.

—Mucho gusto. —Saluda Serch extendiéndole la mano, Kayla la estrecha sin dejar de observar los atrayentes ojos verdes del chico situado frente a ella.

—Hola. —Responde cortésmente.

—Buenas tardes. —Saludó Tom mientras entraba por la puerta; sosteniendo en brazos a su pequeña hija. Detrás de él le siguió Bill sosteniendo a Freddy en brazos también. Bettina los miró sorprendida, habían acordado que ellos no iban a aparecer tan repentinamente.

Al escuchar la voz grave del gemelo mayor, Serch despegó su mirada de inmediato de la de Kayla y observó a los Kaulitz aparecer en la enorme habitación. Sus ojos y boca se abrieron como platos por la sorpresa; Bill comenzó a reír inevitablemente, y todos sonrieron gracias a la graciosa risa del gemelo menor.

— ¿Los Kaulitz? —Titubeó el joven terapeuta. Reparó en que ambos sostenían a un bebé en sus brazos, quedando peor que sorprendido. —No… no entiendo. —Confesó. Bettina caminó hacia él y colocó la mano en el hombro del joven, dispuesta a dar una explicación breve y clara.

—Sí. —Aceptó, en fin, era lo único que podía hacer. —Él es Tom. —Señaló al chico sonriente de trenzas negras. —Él es, el prometido de mi hermana. —Bettina mordió su labio inferior intentando reprimir una sonrisa; Serch estaba completamente anonado. —Y él, es mi novio Bill. Chicos, él es Serch, mi terapeuta de ahora en adelante. —Se separó de Serch y avanzó hasta situarse al lado de su novio, éste colocó una mano en la cintura de Bett, cuidando de no tirar al bebé al suelo.

— ¿Y…? —Serch señaló a los bebés con la mirada. Bettina sonrió adivinando el pensamiento de Serch.

—No… no son míos. —Aclaró. —Ellos son Freddy & Layla, los hijos mellizos de Kayla y Tom.

— ¿Tom Kaulitz tiene hijos? —Preguntó. Tom levantó una ceja sorprendido, y asintió. A estas alturas toda la gente sabía que él ya era un maduro y amoroso padre; le sorprendía darse cuenta que aún había gente que no lo sabía. —Es broma todo esto, ¿Verdad?

— ¡Hola Serch! —Bill alejó su mano de Bettina y la agitó en el aire alegremente saludando al chico.

— Hola Bill Kaulitz. —Respondió agitando su mano también. Bill resultaba más amigable de lo que parecía ser.

—Llámame Bill. —Sonrió sincero. —Y a él llámalo Tom…


            Todos se encontraban sentados en sus respectivos lugares en el comedor comiendo y conversando sobre diferentes cosas, a excepción de los bebés mellizos, que poco tiempo atrás habían sido vencidos por el sueño, y la nana Flor los había llevado a dormir.

Tom fruncía el ceño ligeramente molesto, estaba completamente percatado de que Kayla no dejaba de mirar a Serch, sin embargo, se sentía tranquilo de que él no la miraba a ella en absoluto, estaba completamente interesado escuchando historias divertidas que comentaba Bill.
Para nada era el momento adecuado para realizar una escena de celos a su novia…

— ¿Y cómo es que ustedes se… conocieron? —Preguntó Serch curioso. Bill sonrió; apretó por debajo de la mesa la mano de Bettina y suspiró. Amaba recordar ese momento, y más aún narrarlo.

—Bett & Kayla fueron a un concierto el año pasado, y yo la vi desde el escenario. —Ensanchó su sonrisa y miró a Bett a los ojos. —Mandé a alguien para que la siguiera hasta su casa. Lo sé, me siento un acosador por aquello. —Se rió, y a continuación todos los presentes hicieron lo mismo. —Y le di un regalo y una carta. —Bill observó cómo segundo a segundo, los ojos de Bettina se cristalizaban en lágrimas.
La bella rosa de cristal… ahora eran dos rosas. Bill le había regalado otra en el tiempo en el que ella se encontraba en el hospital.

—Es una historia muy singular. —Comentó Serch sonriente ante la felicidad de la pareja; intentaba disimular el extraño sentimiento que sentía en el pecho, y lo estaba haciendo bien.

— ¡Y aún no termina! —Exclamó Bill.

Enseguida continuó narrando lo que pasó después al encontrar a Bettina por casualidad en Ibiza. Obviamente omitió varios detalles en su historia, -que la encontró en la playa llorando y gritando debido a una pesadilla con Marlon, por ejemplo-.


            —Gracias por la comida, me lo he pasado muy bien. —Agradeció sincero. Continuaron avanzando hasta la entrada de la casa. Bill abrió la enorme puerta como una manera cortés de despedirse de Serch.

—Gracias a ti por venir, eres muy agradable, y estoy seguro que tú podrás ayudar a mi princesa a recuperarse. —Bill estaba encantado, Serch le había inspirado mucha confianza. Ahora ya no se sentía tan culpable de haber ocasionado lo de las terapias en casa, estaba seguro de que funcionarían.

—No hay de qué, ha sido increíble poder conocer a los grandes gemelos Kaulitz.

— ¿Eres fan? —Preguntó Tom.

—Me fascinan sus canciones, ¡son buenísimas! Aunque últimamente no he tenido tiempo de nada por el trabajo y…

— ¿Te gustaría ir al concierto de esta noche? —Se adelantó Bill, Tom sonrió. Su hermano le había leído la mente.

— ¿De verdad? —Preguntó Serch sorprendido –nuevamente-, años atrás había asistido a un concierto de Tokio Hotel y le había fascinado. —No sabía que había concierto hoy. No sé dónde es, y no tengo boletos…

—En el auto tenemos boletos. —Mencionó Tom mirando al sonriente Bill. —Y es aquí en Hamburgo.

—Reservamos una zona especial en la que estarán todos, ya sabes. Bettina no podrá estar parada durante todo el concierto. A demás de que todos odian a Kayla y no queremos que la maten… —Enseguida Tom fulminó a Bill con la mirada, éste se calló de repente. La mencionada frunció los labios y bajó la mirada, ese había sido un golpe bajo. —Lo siento. —Se disculpó Bill en un intento fallido. Tom se acercó más a su novia y la tomó de la mano para tranquilizarla, había notado que ella quería llorar de repente.

—Bill… —Habló Bettina por fin, en un intento de aligerar el incómodo ambiente recién formado. —Acompaña a Serch a su auto y dale los boletos. —Sentenció; Bill mordió su labio y asintió.

—Gracias por la comida. —Agradeció Serch. —Nos veremos en el concierto entonces. —Bettina y Tom asintieron. Kayla seguía inmóvil.


—Kayla, no hagas caso a Bill, sabes que eso no es cierto. —Bettina intentó tranquilizar a su hermana en cuanto Bill y Serch desaparecieron por la enorme entrada. Kayla levanto la mirada, con los ojos rojos y húmedos, negó frenéticamente con la cabeza. —Hermanita…
 
— ¡NO! —Gritó en respuesta. —No hace falta que me mientan, yo sé perfectamente que medio mundo me odia…

—Por favor, Kayla… —Murmuró Tom, ella en un impulso agitó su mano desasiéndose del agarre de su novio.


—Me odian por tu culpa. —Chilló entre dientes, su voz comenzaba a tornarse aguda. —Pero me da igual, tengo dos hijos contigo… ¡Tom Kaulitz es mío! Y eso es lo que ellas detestan. —Se dio media vuelta y salió corriendo hacia alguna parte de la casa; sus ojos habían comenzado a derramar lágrimas, y no quería que nadie la viera en esa situación. 

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