— ¿Porqué no
vinieron Georg y Gustav? La cena era para darles la bienvenida a los cuatro…
—Comentó Bettina. Bill y yo nos miramos, poniéndonos de acuerdo con la mirada
sobre quién era el que iba a explicarle eso, asentí, el que iba a hablar era mi
gemelo.
—Georg está con tu
prima… —Comenzó a hablar mi hermano. Bettina bajó la mirada y todos notamos que
se acababa de poner nerviosa. —Con, con Sabina… —Continuó. —Y Gustav con su
familia. —Bett asintió y siguió comiendo, intentando tranquilizarse. Bill casi
siempre se refería a Sabina como ‘tu prima’ y ella siempre lo había tomado normal.
Bill me miró desconcertado, no tenía ni idea de porque el repentino cambio
tenso en su novia. Jared frunció el ceño, Bill lo miró. Movió los labios
intentando decirle a mi hermano un “Luego te explico”. Bill asintió.
Estábamos todos
sentados en el comedor cenando mientras platicábamos un poco sobre todo lo que
había pasado en los dos meses. No había mucho que contar porque todo lo
habíamos conversado antes por teléfono, pero siempre resulta bueno recordar,
así que…
De repente sonó el
timbre, el sonidito retumbó por toda la casa, creo que sabía quién era, sonreí.
—Yo abro. —Me
ofrecí sonriente. —Debe ser mamá.
— ¿Por qué ha
llegado tarde, Tom? —Preguntó Bill.
—Dijo antes que fue
por una sorpresa para ustedes, una sorpresa de bienvenida. —Aclaró Kayla
emocionada. Si claro, sorpresa para nosotros ¿Eh?...
—Vamos a abrir
Bill. —Le indiqué a mi hermano cogiéndolo del brazo obligándolo a ponerse de
pie. Salimos del comedor y caminamos por el pasillo, cruzamos la sala y
llegamos a la puerta principal. El timbre sonó de nuevo, insistente.
— ¿Quién es? —Preguntamos
Bill y yo al mismo tiempo. Escuchamos la dulce risa de mi madre al otro lado de
la puerta.
—Mis pequeños tontos…
—Se rió. —Abran la puerta, muero por abrazarlos. —Obedecimos ante su petición.
En cuanto abrimos la puerta, nos lanzamos hacia ella, abrazándola fuertemente,
casi dejándola sin aire. Ella se reía y suspiraba emocionada por vernos de
nuevo. Estaba acostumbrada a no vernos durante meses, pero siempre cuando nos
reencontrábamos, todo se tornaba sentimental. —Los extrañé demasiado. —Dijo en
cuanto nos separamos. Ella tenía lágrimas en los ojos, al igual que Bill. Yo
logré contenerme un poco más. Bill siempre había sido más apegado con mamá, al
contrario de mí, que siempre me había llevado bien con Gordon, aunque con ella
también tenía una fuerte relación de cariño.
—Hey chicos… —Saludó
Gordon apareciendo por detrás de nuestra madre. Al parecer él se había quedado
un rato en el coche mientras nosotros saludábamos a nuestra progenitora.
Supongo que para darnos más ‘privacidad’
— ¡Holaaaa! —De
nuevo los dos nos lanzamos a abrazarlo a él, aunque de una forma menos
exagerada que con nuestra madre.
—Los extrañé mucho
a ambos… —Mencionó Bill emocionado.
—Yo igual los
extrañé Bill… —Repliqué, mi hermano se rió.
— ¡Pasen! Acabamos
de comenzar a cenar. —Cerramos la puerta y nuestros padres entraron a la casa.
Bill y Gordon iban caminando por delante, mi hermano conversaba animadamente,
mientras que mi padrastro lo escuchaba atento. Por otro lado, mi madre y yo
caminábamos atrás de ellos a paso lento. De repente me detuve, tomándola a ella
de la mano haciendo que se detuviera a mi lado. Sonrió y me observó serena con
sus bellos ojos marrones fijos en mí. No pude evitar sentirme nervioso.
— ¿Quieres que te
lo muestre? —Me preguntó. Ella sabía perfectamente la razón por la que la había
hecho que se detuviera.
—Si… —Dije sin más.
Ella me dedicó una sonrisa preciosa. Abrió su bolsa de mano y comenzó a
rebuscar entre sus cosas. Sacó de ella una pequeña bolsita blanca y me la
tendió. La recibí y la abrí. —Oh Dios, confío en ti mamá... —Me reí, y ella
también lo hizo. Saqué de la bolsita una cajita pequeña forrada de terciopelo
rojo. En la parte superior tenía grabadas con hilo dorado las letras “T &
K”. Abrí la caja y mi sonrisa se ensanchó más de lo que ya estaba. Mi madre
acarició mi mejilla, limpiando una lágrima que de repente había resbalado de
mis ojos…
[ Narrador ]
Bill, Tom, Simone y
Gordon llegaron hasta el comedor, donde todos comían y conversaban alegres. Los
padres de los gemelos saludaron a todos y tomaron un lugar en la mesa, comiendo
también junto a los demás.
Bettina se sintió
repentinamente animada al ver a Bill y a Tom tan felices con sus padres.
Recordó aquellas épocas de su infancia, antes de que ocurriera el ‘problema’
con Marlon, aquellas épocas cuando sus padres aún vivían. Sintió un vacío en su
pecho, extrañándolos de repente, pero aún estaba segura de que sus padres
seguían a su lado. Pues claro, su madre se lo había dicho el día del accidente…
Cuando llegó la
hora de comer el postre, Tom comenzó a sudar a chorros. Sus manos estaban
heladas, y sus piernas no podían dejar de moverse hiperactivas. No podía dejar
de pensar en si lo que iba a hacer iba a ser lo mejor, pero aún así él seguía
sintiéndose totalmente convencido.
Bill lo miraba
repetidas veces, sonriéndole animadamente, brindándole todo su apoyo y amor a
su gemelo, y Tom se lo agradecía con la mirada. Por más que Bill lo intentara,
no lograría sacarle a Tom el nerviosismo del cuerpo.
—¿Qué esperas? —Le
susurró al oído. Tom tragó saliva. —Anda…
—¿Ahora? —Preguntó
su gemelo, comenzando a ponerse más nervioso aún.
—Si no es ahora…
¿Cuándo será? ¡Vamos! —Respondió Bill moviendo alegre el hombro de su hermano.
—De acuerdo… —Tom
tragó saliva de nuevo, limpiando un poco sus sudorosas manos en sus anchos
pantalones. Bill soltó una pequeña risa, emocionado por lo que iba a suceder.
Tom se puso de pie,
decidido y les brindó una gran sonrisa a todos los presentes en el comedor.
Todos habían estado conversando por separado. Jared conversaba con Vinz y
Kayla, Simone con Gordon y Bettina, mientras que Bill animaba a Tom. En cuanto
el gemelo mayor se puso de pie, todos se callaron, mirándolo detenidamente.
Estaba claro que quería decirles algo.
—Hola… —Les saludó
intentando controlar sus nervios. Todos los presentes se rieron. —¿Me pueden
escuchar un momento? Me gustaría decirles algo… —Dijo. De nuevo comenzaba a
dudar si lo que iba a ser era correcto o no, pero de repente se le vino a la
mente la imagen de sus bebés, durmiendo plácidamente en la recámara de arriba.
Sonrió, completamente decido.
—Suerte. —Susurró
Bill. Tom lo miró de reojo.
—Jared… —Tom, quién
anteriormente se encontraba sentado en medio de Bill y Simone, comenzó a
caminar hasta donde se encontraba Kayla. Ella sonrió dudosa, no tenía ni idea
de que estaba a punto de hacer su novio. Tom la cogió de la mano y le dio un
pequeño beso en la frente. —Esta chica, vive en mi corazón… Bill, mi madre,
Bettina, Gordon, Georg y Gustav, David, tú, y muchísima gente más sabe que ella
es la primera mujer que amo de verdad… Aparte de ti mami. —Aclaró Tom, y de
nuevo todos se rieron. A Kayla se le llenaron los ojos de lágrimas. —Es
caprichosa, lo sé, tiene un carácter fuerte, y claro que lo sé… Tiene muchos
defectos al igual que yo, pero eso me da igual, ella para mí es perfecta.
Consiguió regalarme dos pequeños ángeles, dos pequeñas perfecciones de tan sólo
tres meses de edad, ese par de hermosuras que hizo que nos uniéramos más que
nunca… Layla y Freddy… —Tom respiró hondo, la voz comenzaba a quebrársele y sus
ojos a cristalizarse. Se tranquilizó un poco, hasta que se sintió seguro de
seguir hablando. Kayla, a su lado, sostenía fuertemente la mano del gemelo
nervioso; ella aún no se daba cuenta, pero sus mejillas ya estaban ligeramente
humedecidas por las lágrimas que acababan de brotar de sus bellos ojos verdes. —Jared,
Bettina, ustedes son la única familia de Kay, así que, delante de ustedes, me
gustaría decirle algo a ella… —Jared y Bettina miraron sorprendidos a Tom.
Nunca lo habían visto de esa forma, al borde del llanto, nervioso y emocionado
a la vez, con la voz ligeramente quebradiza, y más que nada, hablándoles con el
corazón en la mano.
—Tom… —Murmuró
Kayla dulcemente, acariciando el dorso de la mano de su novio. Tom juntó ambas
manos con las de Kayla, haciendo que ella se pusiera de pie frente a él. Limpió
dulcemente los restos de lágrimas en las suaves mejillas de su pequeña novia y
le sonrió más que emocionado.
—Te amo… —Le dijo,
una nueva lágrima escurrió por el rostro de la pequeña chica. —Me hiciste falta
estos dos meses, y ahora que por fin te tengo al frente quiero preguntarte
algo… —Tom introdujo su mano en el bolsillo trasero de su pantalón y sacó la
cajita roja, abriéndola delante de todos, pero mostrándole su contenido especialmente
a su amada. —Tú… ¿Te… Te gustaría, casarte conmigo? —Preguntó por fin. El
corazón de Bill retumbaba de alegría, tanto que apretó fuertemente la mano de
Bettina, quién se encontraba completamente muda…
El pequeño anillo
de oro blanco, con un sencillo diamante en forma de corazón, brillaba con
fuerza posado en la pequeña cajita roja…
Kayla cubrió su
boca con ambas manos, sorprendida; y más lágrimas brotaron de sus ojos…
—…Yo. —Inició… —Eres
increíble… —La voz se le cortó de repente. Todos los presentes estaban más que
emocionados con la escena. —Te amo Tom, pero… —Dijo de repente, haciendo que el
gemelo mayor abriera más los ojos, sorprendido. —Si… claro que me gustaría…
Y soltándose a
llorar aún más, si es que era posible, la pequeña de los Murett abrazó
fuertemente a Tom, llorando contra su pecho… Tom, abrazándola también, había
dejado escapar a las lágrimas de sus ojos por fin.
Bill recargó su
cabeza en el hombro de Bettina, completamente feliz al ver a su hermano en una
situación tan bella. Bett aún seguía sorprendida. Sonreía conmovida por la
escena tan romántica.
Tom sacó el
precioso anillo de la cajita, y tomando dulcemente la mano de su novia, se lo
colocó en el dedo anular.
—Tom, Kayla… —Los
llamó Jared, poniéndose de pie y caminando hacia donde estaban ellos. —Felicidades.
—Y los abrazó a ambos. Kayla seguía llorando, estaba hecha un mar de
sentimientos revueltos