—Eres
un estúpido. —Sentenció Tom en cuanto vio que Bill volvía a entrar a la casa.
—-Te
juro que no pensé que ella se fuera a poner de ese modo… —Intentó defenderse.
Tom negó con la cabeza y comenzó a correr en la misma dirección en la que Kayla
había salido minutos atrás.
Mientras
corría, dedujo que Kayla no había ido a su habitación; allí se encontraba Flor
cuidando de sus pequeños, y lo que ella quería era llorar sin que nadie la
viera.
Llegó
a la parte trasera de la casa, donde se encontraba la enorme piscina que
últimamente nadie utilizaba.
Caminó
hasta llegar al jardín y el nudo que tenía en el estómago se desató en cuanto
la vio a lo lejos; sentada detrás de un árbol, con los codos sobre sus piernas,
y sus manos cubriendo su rostro. Sus hombros se movían sin ningún ritmo, de
forma rápida y sencilla.
Tom
tragó saliva y suspiró intentando obtener un poco de valor en su cuerpo. ¿Qué
debía hacer ahora? Desde que Kayla estaba en su bella etapa de embarazo, los
fans comenzaron a odiarla, y más aún cuando los bebés llegaron al mundo. Él
creía que Kayla no se había percatado ese tormentoso detalle, aunque era más
que obvio que sí.
Ella
se había dado cuenta gracias a Internet.
Comenzó
a caminar a paso lento, intentando no hacer mucho ruido, no quería distraerla
de sus tristes pensamientos. Tragó saliva de nuevo en cuanto estuvo lo
suficientemente cerca de ella, y se hincó a su lado, observándola.
—No
llores. —Murmuró. Kayla retiró sus manos de su rostro y lo miró de lleno. Sus
ojos no reflejaban nada más que tristeza.
— ¿Por
qué, Tom? ¿Por qué me odian? Yo no he hecho nada malo…
—No lo
sé… —Se limitó a decir. Tom realmente sabía la razón, pero no iba a confesarla.
—Oh… —Jadeó
Kayla con notable dolor en el pecho. Colocó de nuevo sus manos sobre su rostro
y continuó llorando. Tom la miraba con pesar; negó con la cabeza y esbozó una
pequeña sonrisa.
—Por
favor no te sientas mal. Se hace tarde para el concierto…
—No
tengo muchas ganas de ir ahora. —Se quejó mirando fijamente al guitarrista
preocupado que tenía frente a ella.
—Por
favor, si tú no vas, yo tampoco iré; y sin guitarrista no puede haber
concierto. —Sentenció en una forma de ‘amenaza sutil’. Kayla negó con la
cabeza.
— ¿Y
si me hacen algo? —Sugirió frunciendo los labios, Tom soltó una pequeña risa.
—No te
harán nada, yo lo sé. —Se inclinó un poco, lo suficiente hasta rozar sus labios
con la frente de su triste novia y depositar un dulce beso inocente.
—De
acuerdo. —Kayla sonrió. Tom se puso de pie y le tendió la mano a ella para que
hiciera lo mismo.
Tomados
de la mano, caminaron lentamente y volvieron a la casa en silencio. Tan sólo
faltaba 1 hora, y nadie estaba listo.
Bill esperaba a Tom en el camerino,
hacían veinte minutos que había partido hacia el lugar del concierto acompañado
de Georg, Gustav, y demás miembros del staff. Tom se había quedado un momento
más en la casa de los Murett, decidió él mismo llevarlos hacia el lugar ya que
Kayla había exigido seguridad extra después de que Bill la desanimara después
de su comentario.
— ¡Hola!
—Saludó Bill a Serch en cuanto lo vio ingresar al camerino. Había sido difícil
para el terapeuta ingresar allí, pero Bill movió sus influencias para que fuera
posible. —Realmente espero que te guste el concierto. —Exclamó alegre. Ambos se
sentaron en el sofá situado al lado de los excéntricos vestuarios que Bill
utilizaría.
—Gracias
por invitarme. Es Fascinante que los gemelos de Tokio Hotel me hayan invitado
personalmente. —Dijo sin poder ocultar su sonrisa; Bill ensanchó la suya. — ¿Por
qué te emociona tanto que esté aquí? —Preguntó curioso.
—Sé
que tal vez tú piensas que debe ser muy común para mí hacer conciertos, pero lo
cierto es que no. Cada concierto es diferente, y siempre hay emociones nuevas. —Guiñó
un ojo y se puso de pie, caminando hacia otro sofá más pequeño, encima de éste
se encontraba una bolsa de tela negra. Serch frunció el ceño en cuanto Bill
comenzó a rebuscar dentro.
—Debes
de sentirte muy emocionado, eres un chico con mucha suerte. —Sonrió. Bill se
giró y lo miró sonriendo también. Caminó de nuevo hacia el sofá y se sentó de
nuevo con Serch.
—Supongo
que sí, en fin, estoy haciendo lo que siempre quise hacer. —Con un movimiento
rápido, abrió el colorido paquete que sostenía entre sus manos. — ¿Quieres? —Le
ofreció a su nuevo amigo, Serch asintió al mismo tiempo que tomaba un par de
gomitas de la bolsa que sostenía Bill.
—Ya
había escuchado cosas sobre tu adicción por los dulces… —Mencionó Serch, y
ambos rompieron a reír.
—De
hecho no debería de estar comiendo esto ahora. Siempre todos me lo prohíben
porque me pongo muy ansioso en el escenario y suelo decir incoherencias…
—
¿Debería prohibírtelo yo? —Preguntó Serch levantando una ceja divertido. Bill
negó con la cabeza. —Entonces te desearé suerte.
Tom llegó pocos minutos después
acompañado de Bettina, Jared, Vinz, y Kayla. Se dirigió al camerino que
compartiría con Bill, (Nunca han compartido camerino, hasta hace unos meses,
cuando Tom dejó de seleccionar chicas al azar) y mandó a varios guardaespaldas
para que guiaran a todos hacia la zona segura.
El
concierto comenzó y todo estaba saliendo perfecto. Toda la audiencia se
encontraba feliz de volver a ver a su banda favorita en su ciudad de origen.
—
¡Atención! —Gritó Tom en el micrófono de Bill, quien se había acercado a cantar
a su lado, interrumpiéndolo. Éste se quedó callado mirando sorprendido a su
hermano mayor. Toda la gente comenzó a gritar más, emocionada y desconcertada a
la vez.
—Tom,
¿Qué haces? —Preguntó Bill en voz baja.
—Necesito
hacer algo. Préstame tu micrófono. —Sin esperar la respuesta de Bill, Tom
arrebató el micrófono de las manos de su gemelo. Georg y Gustav dejaron de
tocar también y observaron fijamente a su compañero, quien avanzó a pasos
agigantados hasta posicionarse en el centro de la pasarela del escenario, en un
punto estratégico donde todos podían observarlo perfectamente.
El
público había comenzado a empujarse, gritar, y crear alboroto. Kayla y Bettina
se habían puesto tensas repentinamente; los chicos no les habían mencionado
nada acerca de esta rara situación.
Tom
aclaró su garganta mientras sus manos comenzaban a sudar.
Bill
caminó hasta estar a su lado y lo miró fijamente.
— ¿Qué
mierda estás haciendo, Tom? —Repitió Bill comenzando a molestarse. —Me están
llamando por el auricular, estás haciendo el caos y quieren que pares y
continuemos.
— ¡Silencio
por favor! —Ignorando completamente a su hermano, Tom continuó con lo suyo.
Bill tragó saliva. —Necesito anunciarles algo importante.
— ¡Tom!
—Gritó Bill, aunque sólo pocas personas pudieron escucharlo ya que su micrófono
lo tenía su hermano. Los miembros del staff comenzaban a aturdirlo por medio de
sus auriculares, suplicándole que detuviera la loca y desconcertante idea que
tenía Tom en la cabeza, pero Bill no podía hacer nada, cuando Tom tenía una
idea en mente nadie podía quitársela.
—Gracias
por estar aquí esta noche. —Mostró una centelleante sonrisa cuando notó que la
audiencia comenzaba a gritar conmocionada. —Sólo les daré un aviso rápido, y
después continuaremos el concierto. Pero por favor, mantengan la calma, o se
cancelará todo.
La
mayoría de las personas presentes calló súbitamente.
Bill
miró hacia donde se encontraban Kayla, Bettina, y los demás; esperanzado de que
alguno de ellos tuviera alguna idea, pero nada. Todos parecían igual de
desconcertados que él.
—Quiero
agradecerles a ustedes que siempre nos están apoyando; especialmente a los que
nos apoyan en nuestras decisiones y situaciones personales. —Tom ensanchó su
sonrisa. —La mayoría de ustedes ya sabe que tengo una novia, y que la quiero
mucho. Ambos tenemos un par de mellizos hermosos…
Se
comenzaron a escuchar sonidos incómodamente extraños por parte de los
presentes. Un nudo se formó en la garganta de Kayla.
—Para
mí es muy importante que mis fans sepan las cosas más importantes sobre mí. Así
que quisiera informarles que… El próximo año, me casaré con ella, con mi Kayla.
La madre de mis hijos. —Sentenció dispuesto a observar las reacciones.
Se
escucharon algunos abucheos, gritos, comentarios…
Kayla
comenzó a llorar. ¿Qué pretendía Tom? ¿Lastimarla? ¿Humillarla delante de miles
de personas?
—Normalmente,
hubiera consultado las opiniones de ustedes ante esta decisión, pero
francamente; para este tipo de cosas ninguna opinión me interesa, porque yo sé
bien lo que quiero hacer… —Tom jadeó en cuanto reparó en las lágrimas de Kayla.
—Gracias por todo. —Devolvió el micrófono a Bill, quien se había quedado
estupefacto. Tom se sacó la guitarra y se la dio a un chico de seguridad, para
después salir corriendo hacia el backstage.
—Ehm…
En un momento volveremos… —Tartamudeó Bill en cuanto recuperó sus sentidos. —Georg
y Gustav permanecerán con ustedes un momento. —Y con una amplia sonrisa
abandonó el escenario, dispuesto a correr detrás de su gemelo.