viernes, 26 de abril de 2013

Cap. 13 Automatic Dreams [2da. temp.]


Capítulo 13: Persona 

misteriosa.



[ Kayla ]

Había conseguido que Freddy volviera a quedarse dormido, pero no había tenido éxito con Layla.
Yo estaba sentada sobre la cama sin poder parar de llorar; tenía a mi hija recostada frente a mí haciendo soniditos con la boca y moviendo los brazos. Mi hijo ya estaba en su cuna durmiendo plácidamente.

—Bien por ti Lay, tú ya no lloras más, pero yo no puedo parar. —Mi voz sonaba bastante aguda.  —Creo que después de todo no he conseguido ser la mujer perfecta para tu papá, y lo peor es que él ya se dio cuenta. —Con cuidado, tomé a mi bebé y la coloqué sobre mis piernas; acaricié dulcemente su suave y escaso cabello rubio. —Gracias por estar conmigo ahora mismo. —La abracé fuertemente y seguí llorando más, y más, y más…


—Perdón. —Miré el umbral de la puerta, alarmada; y lo vi allí mirándome. Miré a mi hija, ya se había quedado dormida en mis brazos. ¿Había estado mucho tiempo llorando con ella? —Soy un estúpido, ya lo sé. No debí de haberte gritado. —Cerré los ojos. Escuché a Tom acercarse a mí a paso lento. —No quiero que te enojes conmigo, por favor. No ahora que pronto será el concierto y me iré del país.

Permanecí en silencio; escuchando como Tom rascaba nerviosamente su brazo con sus escasas uñas. Soltó un gran suspiro y comenzó a dar pequeños golpes ansiosos con su pie contra el suelo.

— ¿¡No piensas decirme nada!? —Preguntó levantando la voz. Solté un sollozo, que sonó más como un chillido. —Kayla…

—Nunca me habías gritado Tom. —Levanté la cabeza y lo miré con ojos destellantes. Mi mirada lo taladraba por dentro, podía notarlo claramente.

—Bill me contó todo lo que le dijiste. —Tom no se movía un ápice. Estaba cruzado de brazos, mirándome. Ojos culpables contra ojos cristalinos en lágrimas. —Yo… no tenía idea. Pudiste decírmelo. Te juro que no quería presionarte… —Su voz se debilitó ante lo último. Mordí mi labio y mantuve mi mirada fija. —Te amo.

—Lo sé. —Mi voz sonaba firme y segura, aunque mi corazón estuviera completamente aguado.

— ¿Puedo abrazarte? —Preguntó extendiendo sus brazos hacia mí. Lentamente asentí con la cabeza y él apretó los labios comenzando a dar grandes pasos; apretó suavemente mi cuerpo contra el suyo, cuidando de no aplastar a la pequeña Layla que dormía en medio de nosotros, interponiendo el completo contacto de su cuerpo con el mío. 



[ Bettina ]


Abrí los ojos a causa de la lastimosa luz del sol que azotaba con fuerza contra mi ventana. Suspiré hondo y solté un quejido comenzando a pensar en lo que se había convertido mi vida hasta ahora. La mayoría de las situaciones que encontré en mi memoria fueron cosas malas, desagradables, incómodas, o tristes, aunque al igual había grandes cosas buenas.

Me incorporé sobre la cama y observé mis piernas cubiertas con sólo un pequeño short para dormir. Mis ojos se llenaron de lágrimas repentinamente, ¿Cuándo es que terminé postrada en una cama sin poder caminar?

— ¿Puedo pasar? —Escuché una voz proveniente de la puerta, seguida de un par de golpes indicando que alguien estaba pidiendo permiso para ingresar a mi habitación. Limpié mis ojos con cuidado y carraspeé un poco para aclarar mi garganta. No quería que el dueño de la voz me viera destrozada…

—Pasa… —Grité débilmente con un tono de voz apagado. Observé a mi hermano ingresar lentamente a la habitación. Me daba la sensación de que se sentía culpable.

—Buenos días… —Saludó; dejé de mirarlo y como pude bajé mis piernas de la cama, dejándolas flotando en el aire.

— ¿Qué quieres? —Pregunté levantando una ceja. No era normal que después de una discusión él llegara a hablarme como si nada hubiera pasado; normalmente mi hermano tenía su orgullo muy elevado.

—Vaya… —Murmuró. —Necesito que te arregles, en unas horas vendrá alguien a visitarte.

— ¿Quién? —Sonrió y se dio media vuelta, comenzando a avanzar hacia la puerta dispuesto a salir. — ¡Contéstame Jared!

—Obedece. Tienes que entender que todo lo hago por tu bien. —Y salió de la habitación cerrando la puerta tras él.

Con ayuda de las muletas y con gran fuerza de voluntad, me puse de pie y caminé hacia mi armario dispuesta a seleccionar la ropa que me pondría el día de hoy.
En cuanto abrí la gran puerta de madera me costó decidir que atuendo me pondría; Jared no había mencionado quién era la persona que vendría a verme, y no sabía para quién debía arreglarme o no. Aunque lo más probable es que sería algún psicólogo…



            —Es un especialista, ya te lo dije. —Después de que Jared fuera a mi habitación me duché y me vestí sencillamente, con tan sólo una camiseta larga y unos shorts, a demás de unos zapatos deportivos. En cuanto estuve lista, me encaminé hacia la cocina para desayunar un poco; encontrándome sólo con mi hermano. Al parecer estábamos solos él y yo en la casa…

—De acuerdo, no preguntaré más. —Me crucé de brazos y lo miré fijamente, él parecía sonreír sentado frente a mí del otro lado del mini comedor de la cocina. — ¿Dónde están todos? —Pregunté intentando dejar mi tono molesto de lado. Él estaba tranquilo conmigo, y yo debía hacer lo mismo.

—Fueron a la prueba de sonido para el concierto.

— ¿Todos? ¿Kayla, y los bebés también? —Pregunté sorprendida. Bill me había prometido que me llevaría a la prueba de sonido, y yo lo había olvidado por completo. Jared asintió. — ¿Por qué no me dijeron nada? ¡Bill sabía que yo quería ir! —Pregunté molesta más para mí misma que para mi hermano, él ensanchó su sonrisa.

—Yo le advertí que no te llevara.

— ¿¡Por qué Jared!? ¿De verdad no me vas a dejar ir a ningún lado? —Le grité comenzando a ponerme histérica.

—No es eso, es porque yo ya tenía un compromiso para ti. Así que apúrate y termina de desayunar que casi ni has tocado la comida. —Sentenció poniéndose de pie. Me lanzó una mirada severa y yo mordí mi labio intentando tragarme el nudo que se había formado en mi garganta.

—Habías dicho que sólo me dejarías salir con Bill… —Intenté no gritar y como pude me puse de pie también, apoyando mis manos firmemente sobre la mesa, sosteniendo mi cuerpo lo suficiente.

—Ya te dije que tienes otro compromiso hoy.

—Me da igual Jared. Me dan igual todas las estupideces que tú quieres que yo haga.

—Tienes que cambiar esa actitud.

— ¡No quiero!

— ¡Termina de comer!

— ¡Que no quiero!

— ¡Deja de gritar, Bettina!

— ¡Tú también! —Ambos nos quedamos en silencio en cuanto escuchamos el sonido del timbre retumbar por las paredes de toda la casa.

—Ya llegó. Iré a abrir. Por favor recoge tu plato y te veo en cinco minutos en la sala de estar.

— ¿A caso tengo otra opción? —Pregunté irónicamente. A mi hermano le debía demasiadas cosas, así que me resultaba imposible desobedecerle.

—Por favor. —Caminó hacia mí y besó dulcemente mi mejilla. Cerré los ojos cuando sentí su frente posarse sobre la mía.
Desde pequeña, él siempre había hecho ese gesto para demostrarme su cariño, y para mí resultaba una acción preciosa.

—De acuerdo. —Murmuré. Él se alejó y salió de la cocina.


Decidí obedecer a mi hermano y comí rápidamente el omelette que había en mi plato. Si no lo comía me iba a ver obligada a desecharlo en la basura, y eso era algo que jamás me había gustado hacer.

Caminé con cuidado hacia la sala de estar, donde mi hermano iba a presentarme a aquella “Persona misteriosa”, la cual no tenía idea de quién se trataba.
Esperé un par de minutos sentada en el sofá sin hacer nada. De repente comencé a escuchar la voz de mi hermano y la de alguien más aproximarse hacia la habitación.
 
—Gracias por haber podido venir más temprano. —Mencionó mi hermano, quien sonaba bastante animado.

—No hay de qué, tu hermana es un encanto. Muero por volver a verla. —Respondió su acompañante que al parecer se trataba de un hombre. Su voz me sonaba bastante familiar, pero no lograba recordar de dónde…

—Bett… —Jared ingresó a la sala. Y sonrió en cuanto me vio. —Aquí está la persona que estará visitándote de ahora en adelante.

— ¡Hola! —Saludó animado aquel chico de ojos verdes, que yo conocía muy bien. Tragué saliva sintiéndome tensa.

—Paolo… —Murmuré.

—No no, él es Serch. —Me corrigió mi hermano, quién me miró extrañado.

—Lo siento. Hola Serch. —Se me pusieron los nervios de punta en cuanto reparé en quién era el chico que estaba frente a mí. ¿Por qué lo había confundido con Paolo? Ambos eran muy distintos físicamente. ¿Se debería a la gran química que había tenido con mi nuevo terapeuta?
Repentinamente mi cabeza se llenó de todos los buenos recuerdos que había vivido junto con mi fallecido mejor amigo. Me dieron ganas de llorar, pero logré contenerme.
Por alguna extraña razón, Serch me recordaba mucho a Paolo…

—Hermanita, yo no puedo dejarte sin terapias. Así que a partir de hoy, hasta que te recuperes él vendrá a casa a ayudarte.

—Verás que nos llevaremos muy bien. —Me sonrió el chico que había ocasionado una sensación de vértigo en mí. Intenté disimular mis nervios y le dediqué una falsa sonrisa, que él me devolvió sin problema alguno.


viernes, 5 de abril de 2013

Cap. 13 Automatic Dreams [2da. temp.]


Capítulo 12: Miedo.


[ Tom ]

—Te ves hermosa, ¿Sabes? —Observé a Kayla completamente hipnotizado. Sus ojos verdes brillaban hermosamente a la luz de la luna, y su cabello ondeante con el frío viento de la noche me hacía tiritar. ¿Cuándo se volvió tan hermosa?

—Ahora lo sé. —Sonrió. —Tú siempre te ves hermoso.

—Ya lo sabía. —Respondí. Ambos nos reímos. Algo que yo sabía perfectamente, es que Kayla siempre ha adorado mi ego en forma de sentido del humor, y estando


con ella lo sacaba a relucir más de lo normal.

—Oye… —Se puso seria de repente. Tragué saliva repentinamente nervioso. — ¿Puedo preguntarte algo Tom? —Mordió su labio, parecía temerosa de lo que estaba a punto de decirme.

—Sí, ¿Qué ocurre? —Pregunté.

— ¿Cuándo… cuándo será la boda…? —Me miró fijamente a los ojos, ese gesto me puso más nervioso aún. Apreté entre mis manos el césped de debajo de nosotros. Nos encontrábamos sentados en el jardín de la enorme casa de los Murett, nuestros bebés dormían frente a nosotros sobre una pequeña manta, cubiertos perfectamente para que no enfermasen. Y Kayla yo pasábamos el rato a ‘solas’, observando el bello manto de estrellas que se encargaba de cubrir al cielo nocturno. —No quiero presionarte, sé que ya tienes demasiadas cosas que hacer con la banda pero, en serio me gustaría saber.

—Descuida. —Exhalé un poco de aire que sobraba en mis pulmones. Ella comenzó a juguetear inconscientemente con un mechón de su cabello que caía libremente sobre su rostro. — ¿Cuándo te gustaría que fuera? —Pensé que responderle con otra pregunta sería lo mejor para ocultar mi… ¿Susto? Si, aún me asustaba pensar en el matrimonio, aunque haya sido yo el de la idea.
Nunca se me había ocurrido pensar en la fecha de la boda hasta ahora…

—Se me ocurren muchas fechas. Me gustaría que fuera en Enero, pero hará mucho frío. También me gustaría en Abril, pero aún falta mucho, y no lo sé…

—Tú decide, pequeña. Ese será nuestro día especial, y quiero que sea tal y como a ti te gustaría. —Sonreí. A pesar de que el tema del matrimonio me diera miedo, no podía evitar sentir cierta ilusión el pensar en unir mi vida para siempre a la primera persona a la que he amado de verdad.

—Tú elige el mes, y yo elijo el día, ¿Te parece?

—Está bien. —Respondí de acuerdo con su propuesta. —Principios de Marzo.

— ¿En Marzo estarás aquí en Alemania? No quiero que vayas a interrumpir eventos importantes por mi culpa.

—Te prometo que estaré aquí, si tú lo quieres. —La tomé de la mano y la miré a los ojos. —Te amo… —Me incliné un poco para acercarme más hacia ella, y uní mis labios a los suyos, hundiéndolos en un bello y corto beso. Ambos sonreímos en cuando nos separamos.

—Yo te amo más. —Se acercó de nuevo y volvimos a besarnos. —Creo que debemos irnos a dormir ya, es un poco tarde, y quiero que mañana te veas perfecto.

—Pfff, mañana. —Bufé. Mañana sería el concierto de Tokio Hotel en Alemania, por lo tanto, haciendo el concierto no teníamos nada más que hacer aquí, y sólo nos quedaríamos un par de días más, y yo no quería irme. —Muero por que me veas de nuevo en el escenario. —Dije sonriente. Me puse de pie, y enseguida ayude a Kayla a hacer lo mismo.

—Ahora será mucho más emocionante, porque te veré desde la perspectiva de tu novia, no como tu fan. —Ambos sonreímos. Ella cogió en brazos a Freddy y yo a Layla y comenzamos a caminar hacia la entrada de la casa.
Resultaba divertido el momento de cargar a los bebés, ya que Freddy se sentía mucho más cómodo con ella, y Layla conmigo.

            Llegamos a la habitación que Kayla compartía conmigo. Ella dejó a Freddy en la cama y se dirigió hacia el baño, no sin antes advertirme mortalmente que cuidara bien de él.
Coloqué a cada uno de mis bebés en sus respectivas cunas y me senté sobre la cama, observándolos fijamente.

— ¿En qué piensas? —Volteé a ver a Kayla, que acababa de ingresar de nuevo a la habitación.

—En todo. —Contesté rápidamente sin dejar de mirarla directamente a los ojos. Ella levantó una ceja confundida. Negó con la cabeza.

—Es hora de dormir. —Sonrió y caminó hasta llegar a la cama, comenzando a levantar las tapas, dispuesta a meterse dentro.

—No… —Murmuré, aún sin dejar de mirarla fijamente. Pasé mi lengua por mis labios, intentando humedecerlos un poco presintiendo lo que iba a suceder.

— ¿Qué…?

—Hay que hacer el amor. —Noté cómo Kayla apretujó nerviosa entre sus manos las cobijas sobre la cama. —Te amo tanto.

Me puse de pie y caminé a pasos apresurados hasta situarme justo frente a ella. Coloqué suavemente mis manos a ambos lados de su cabeza, y en un acto reflejo junté mis labios con los suyos.
Kayla no se movía, ella estaba tan sorprendida que me hizo sentir que estaba besando a un maniquí. Resignado, terminé el beso y bajé la mirada escuchando cómo ella tragaba saliva y soltaba un suspiro ahogado.

—Tom… —Me llamó en cuanto notó que comenzaba a alejarme de ella. — ¡TOM!

— ¡No quieres! —Grité sintiéndome impotente. La miré a los ojos, ella se encogió de hombros. —Y no te pienso rogar.

— ¿A dónde vas? —Caminé hacia la puerta de la habitación dispuesto a salir, sintiéndome humillado.

—Quiero estar solo. —Salí de la habitación, dando un fuerte portazo que retumbó por las paredes. Enseguida escuché el llanto de dos bebés recién despiertos, que poco me importó.

Caminé furioso por el pasillo, llegando directo a la escalera comenzando a bajar por ésta. Me dirigí hacia la cocina y me detuve en seco en cuanto entré por completo.

¿Desde cuándo una simple fan me rechazaba de esa forma tan ‘sutil’?  Porque, a pesar de que tuviera dos hijos con ella, Kayla no dejaba de ser una simple fan.
¿Qué pretendía... Humillarme? Porque lo había conseguido.
También había conseguido meterse en mi cama hace casi un año atrás, embarazarse. Y finalmente hacer que me enamorara de ella… ¿Por qué?

Comencé a dar vueltas por toda la cocina. Mis manos en mi cabeza tocando mis trenzas, con ganas de jalarme el cabello hasta arrancarlo de lleno. Inundando mi mente de millones de preguntas amargas.

— ¡AAARGG! —Grité mientras apretaba el puño y lo estrellaba con fuerza contra la puerta del refrigerador. — ¡Mierda! —Me quejé, comenzando a sentir el hormigueo de dolor extendiéndose por toda mi mano. —Todo por su maldita culpa…

—Tom. —Escuché un llamado desde la puerta de la cocina.

—Necesito desahogarme.

—Tú la amas de verdad, y ella a ti.

— ¡Tú no sabes nada Bill! —Le grité a mi hermano. Lo miré; él estaba cruzado de brazos a escasos metros de mí, con los ojos llenos de decepción mirándome fijamente.

—Sé que estás así de raro por Kayla, pero, ¿Por qué? —Preguntó con toda la serenidad posible. Cualquier otra persona hubiera temblado al verme de ese modo y hubiera huido sin decirme nada. Bill nunca hacía eso.

—Me rechazó. —Respondí. — ¡Y no es la primera vez! —Fruncí los labios sintiendo un ligero ardor en los ojos, que rápidamente se comenzaron a cristalizar. —Ella sabe que la amo, y aún así me hace esto. —Mordí mi puño que anteriormente había sido estrellado y me di la vuelta dándole la espalda a mi gemelo.
Sentía pena por mí mismo, y no quería que Bill me viera de esa forma.

—Tienes que entenderla. Para ella aún es muy difícil asimilar que es madre.

—Hace casi cuatro meses que nacieron los bebés, ya debería tenerlo superado y hacerse cargo.

—Tom, mírame. —Sentí su mano colocarse sobre mi hombro. Apreté los ojos y limpié rápidamente las lágrimas que comenzaban a resbalar por mi rostro. Me giré y Bill me miró a los ojos; soltó un gran suspiro y me tomó fuertemente de los brazos. —Ella tiene miedo de embarazarse de nuevo, tiene miedo de volver a decepcionar a sus hermanos. —Comenzó a zarandearme y volví a cerrar los ojos, su mirada me acuchillaba el alma. —Tiene miedo de que las fans la sigan insultando y la lastimen más de lo que lo han hecho. Tiene miedo de que la sigan juzgando.

— ¿¡Cómo sabes eso!? —Pregunté abriendo los ojos y soltándome de su firme agarre. Me encogí de hombros, Bill resultaba ser más alto que yo por varios centímetros, y la postura intimidante que acababa de adoptar me hizo tragar saliva.

—Yo estaba cuidando a Bettina mientras dormía, y escuché el terrible portazo. Cuando salí a ver qué ocurría me encontré a Kayla arrodillada llorando en el pasillo. La llevé a su habitación y la ayudé a tranquilizar a los bebés que no paraban de llorar por el susto…

— ¿Y? —Pregunté queriendo que fuera directo al grano. Mi corazón se encogía con cada palabra.

—Ella misma me lo dijo. Me pidió que viniera a buscarte, yo no quería dejarla sola pero ella insistió.

—Ella está mejor, ¿Cierto?

—Está destrozada por tu culpa. Tú mismo dices que ella es el amor de tu vida, pero ni siquiera eres capaz de saber cómo se siente en este mismo momento.

—Bill…

— ¡Ella te necesita, imbécil! Tiene miedo de muchas cosas y a ti sólo te importa que se acueste contigo. —Miré al suelo y me quedé en silencio. Ahora yo era el ogro malvado y ella la débil princesilla frágil. — ¿En qué piensas ahora? Espero que hayas cambiado de parecer.

—Soy un idiota. —Murmuré. Levanté la mirada y observé a mi hermano demasiado sonriente, para después sentir la palma de su mano estrellarse con fuerza contra mi mejilla.

— ¡Qué bueno que te das cuenta! —Gritó con su voz terriblemente chillona. Acaricié mi mejilla que comenzaba a arder y lo miré con los ojos bien abiertos. —Más te vale que vayas ¡AHORA MISMO! Y le pidas una disculpa si no quieres otro golpe. —Levanto ambas cejas y volvió a sonreír. Salió de la cocina caminando rápido y dando pequeños saltos.

—Gracias Bill. —Murmuré sin que él pudiera escucharme. Caminé a paso lento hasta llegar la habitación, ahora tenía muchas cosas que hacer.

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