valiosas…
[ Tom ]
—Es injusto, ambos se parecen más a ti.. —Mencioné fingiendo tristeza.
Kayla rió un poco y negó con la cabeza.
—Creo que Layla se parece más a ti y Freddy a mí.. ¿Tú qué crees?
—Sonreí, era cierto.
—Oye… —La llamé intentando captar su completa atención, ya que en ese
momento mi bella novia sólo tenía ojos para nuestros bebés; los miraba de una
forma tan impresionante, tan… maternal.
— ¿Sí? —Preguntó mientras volteaba a verme esperando a que continuara.
— ¿Tú me amas? —Le pregunté, ella frunció los labios en una linda mueca.
—Si Tom, te amo. —Respondió.
— ¿Qué tanto? —Insistí.
—Lo suficiente como para querer estar contigo para siempre… Tenemos dos
hijos, ¿Recuerdas? —Respondió. Sonreí. Hace un año, esta conversación me
hubiese resultado cursi, pero ahora resultaba ser de lo más linda.
—Claro que lo recuerdo. —Suspiré aliviado, su respuesta había resultado
perfecta para mí. —Yo también te amo. —Coloqué mi mano en su mejilla,
acariciándola suavemente. Pude notar un ligero estremecimiento en Kayla, y
solté una pequeña risa. Ambos sonreímos, y sin planteármelo antes, acerqué mi
rostro al de ella, presionando suavemente mis labios con los suyos, juntándolos
en un beso ligero.
—Creo que el viaje te ha hecho bien, estás más cariñoso que de
costumbre. —Comentó sonriente en cuanto nos separamos. Nos encontrábamos
sentados sobre la cama, al lado de la cuna de los bebés.
—Es porque te he extrañado demasiado pequeña. —Respondí, mientras volvía
a besarla, ahora de una forma más profunda.
Acaricié su cuello con las yemas de mis dedos mientras lentamente
empujaba su cuerpo hacia atrás, consiguiendo que quedara acostada debajo de mí.
Comencé a dominar sus labios, besándolos cada vez más apasionadamente, y
ella sin ningún reclamo respondía a todos los movimientos que yo hacía.
Antes de que pudiera darme cuenta, mi mano izquierda había bajado
sigilosamente hasta su trasero, comenzando a estrujarlo suavemente,
produciéndome un leve placer. Mientras que mi mano derecha estaba entretenida
presionando sensualmente uno de sus senos.
—..Tom… —Murmuró entre suspiros, ya que prácticamente yo le estaba
robando todo el aire.
No hice caso a su llamado, y seguí besándola sin remordimiento alguno…
¿Por qué debería tenerlo? A fin de
cuentas, somos novios…
Me encontraba atrapado en mi nube de placer intenso; me sentía como un
perro callejero que lleva semanas sin alimentarse… Aunque prácticamente yo
llevaba ya casi un año sin alimentarme de mi más placentera droga: El sexo.
Comencé a sentir un calor infernal y una ligera molestia que no supe
exactamente de dónde provenía. Decidí detenerme, no quería asfixiar a Kayla con
mis besos, y menos asfixiarme a mí mismo.
—Ehmm… —Carraspeó ella.
— ¿Qué ocurre? —Pregunté con la voz entrecortada, mientras lamía un poco
mis labios que estaban repletos de saliva mía y de mi novia.
—Creo que… cof... cof… —Tosió. ¿En serio le había robado todo el aire? —Creo
que tienes un problemita allá abajo…
— ¿Yo? —Me incorporé sobre la cama y observé mi cuerpo, y allí fue
cuando entendí a que se refería ella y entendí qué era eso que me estaba
molestando minutos atrás… —Mierda… —Murmuré, estaba completamente erecto. Kayla
comenzó a reírse por lo bajo.
—¡Kayla! ¡Tom! La cena está casi lista, ¡No tarden! —Escuchamos un grito
proveniente del piso de abajo. Suspiré, y comencé a sentir mis mejillas
calientes… ¿Me había ruborizado?
—Debemos irnos Tom… —Musitó ella, mientras se levantaba de la cama y se
acomodaba un poco su cabello.
—Yo no puedo bajar así, me la has dejado completamente tiesa. ¡Todos me
van a mirar como un fenómeno! Sin contar que tendré que aguantar las burlas de
Bill por esto durante todo el resto del año… —Me puse de pie yo también,
pensando rápidamente que mierda iba a hacer.
—Vamos al baño…
— ¿¡Qué!? —Exclamé sorprendido, observando la profunda mirada pervertida
que Kayla había puesto de repente.
—¡Que vayamos al baño joder!
—¿Para qué? —Pregunté un poco asustado. ¿Qué carajo estaba pasando por
su mente?
—Te voy a ayudar… —Respondió. Y antes de que yo pudiera replicar, me
cogió de la mano y corrimos hacia el baño.
Jamás hubiera imaginado que Kayla fuera capaz de hacer algo así…
[ Bill ]
—Perdón… —Me disculpé en cuanto terminé de devorar sus labios, ella bajó
la mirada y esbozó una sincera sonrisa.
—No te disculpes, creo que ya nos hacía falta. —Ambos sonreímos.
—Perdón que interrumpa, pero, ¿Podemos pasar chicos? —De repente se
abrió la puerta de la cocina, y observamos como Jared asomaba su cabeza por el
umbral.
—Claro que si hermano. —Respondió Bett, obsequiándole una sincera
sonrisa. Enseguida entraron a la cocina Jared y Vinz tomados de la mano, y en
cuanto me vieron abrazando a Bettina, voltearon a verse cómplices y sonrieron.
—Yo… estoy acostumbrado a que la gente me vea pero, ustedes nunca me
habían visto de esa forma tan... rara. —Dije mientras intentaba fingir
seriedad, aunque al final no me funcionó y comencé a reír.
—Lo que pasa es que… —Inició Vinz. —Es increíble que por fin vuelvan a
estar juntos. Bettina te extrañó demasiado, no había ni un solo día en el que
ella no estuviera hablando a cada momento sobre ti, diciendo lo mucho que te
extrañaba… —De repente sentí un nudo en el corazón, y mis ojos se cristalizaron
de inmediato. Solté un gran suspiro y sonreí nostálgico. Las palabras de Vinz
me habían llegado hasta lo más profundo de mis entrañas, sobre todo, porque me
hicieron recordar algo…
Acabábamos de terminar un concierto, y nos
dirigíamos todos a nuestro camerino; muy cansados, pero muy satisfechos y
felices.
Como siempre solía hacer después de un show tan
importante; cogí mi móvil y llamé a Bettina. Después de un rato de estar
conversando sobre cosas sin mucha importancia, colgué el móvil. Allí fue cuando
noté que todos los chicos me observaban.
— ¿Qué ocurre? —Pregunté aguantando la risa. Me
resultaba gracioso que todos me miraran de esa forma tan divertida.
—Te hemos perdido Bill. —Habló Gustav mientras
volteaba a ver a Tom, quien acababa de estallar en carcajadas.
— ¿Ah sí? ¿Y por qué? —Pregunté. Comenzaba a
imaginar a qué se referían.
—Porque tú naciste siendo cursi, y ahora Bettina te
ha hecho más de lo que ya eras… —Prosiguió Georg.
—¿Eso es malo? —Pregunté sonriente. Incluso yo
mismo me sorprendía, ya que durante toda la gira me había dedicado a escupir
cursilerías llenas de miel.
—Me encanta que seas feliz. —Habló Tom por fin
logrando calmar un poco su risa. Un ligero estremecimiento me recorrió el
cuerpo. —Ella te ama, tú la amas, ¿Qué puede ser más perfecto que eso? Me
siento muy emocionado de que por fin encontraras a la mujer de tus sueños… —Mis
ojos se llenaron de pequeñas lágrimas de emoción. Era la primera vez que Tom me
decía algo así de una forma tan directa y especial.
—Felicidades Bill, ojalá seas feliz para siempre.
Simplemente es algo que una persona tan valiosa como tú se merece. —Me dijo
Gustav guiñándome un ojo. Extendí los brazos y mis compañeros de banda me
imitaron. Nos juntamos todos en un fuerte abrazo grupal. Y en ese momento no
pude contenerme más, y mis ojos estallaron en lágrimas de felicidad. Sin duda,
ellos tres eran de las mejores personas con las que yo pudiera contar…
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