Narra
Bill:
En
los ojos de Bettina se podía leer claramente el terror. Su mirada
reflejaba miedo, inseguridad, pero más que nada, valentía.
En
todo nuestro noviazgo, los dos nos enseñamos diferentes cosas
mutuamente. Yo le enseñé lo que es el positivismo, es decir, verle
el lado bueno a todas las cosas. También a ser paciente y disfrutar
de cada momento de la vida, aunque sea un mal rato, siempre debíamos
de verlo con optimismo.
En
cambio, ella me enseñó a mí a ser perfeccionista, que las cosas
que hagamos siempre tienen que ser lo mejor posible. Normalmente yo
solía ser de esa forma, pero cuando algo salía bien, me conformaba
con dejarlo así, en lugar de preocuparme por mejorarlo y que saliera
mucho mejor.
También
me enseñó a que en la vida nada está hecho de arco iris, siempre
va a haber algún momento malo o tenso que te provoque la ruina en
tus aspiraciones, pero sin embargo, después de cada momento viene la
tranquilidad y la calma, y finalmente, la satisfacción de haber
conseguido salir adelante después de la tormenta.
Los
dos como pareja hemos sabido complementarnos a la perfección,
enseñándonos cosas, ayudándonos a superar recuerdos malos, y sobre
todo, a encontrar a nuestra alma gemela...
—No
tengas miedo Bett. —Jared como el buen hermano mayor que era, había
notado la tensión en su hermana, al igual que yo. E intentaba
tranquilizarla con palabras de aliento y con una sonrisa positiva en
su rostro.
—Te
amo. —La abracé, ella hundió su cabeza en mi cuello, intentando
aferrarse a mí para conseguir la seguridad que necesitaba. De
repente sentimos otro par de brazos rodeándonos, y observamos los
ojos repletos de confianza de Jared.
Los
tres sonreímos, yo con nerviosismo, Jared con emoción e intriga por
saber de una buena vez si su hermana sería capaz de volver a
caminar, y Bett con temor pero al fin y al cabo, estaba resignada a
que algún día tendría que darse cuenta si en su pierna lograba
sentir algo o no.
—Este
tipo de prueba no tiene nada fuera de lo común, supongo que varias
veces las han visto por medio de la televisión. —En cuanto
escuchamos la voz del doctor, los tres nos separamos. Jared y yo nos
alejamos de Bettina, situándonos de pie frente al sofá de la
habitación, para dejar al doctor cumplir con su trabajo.
—Yo
solamente he visto ese tipo de pruebas donde a los paralíticos o
personas en estado vegetal les pinchan con agujas en las piernas y en
los pies, y si la persona logra sentir algo, significa que si tendrá
movilidad... —Mencioné.
—Exacto
Bill, esa es la última prueba que necesitamos realizarle a Bett
—¿Dolerá?
—Preguntó mi novia, temerosa.
—Esperemos
que sí. —Dijo el doctor sonriendo. Los tres sonreíamos, para
tratar de aligerar el ambiente, ya que era más que evidente que
Bettina estaba aterrada, y aunque sea un poco, nuestra calma y
sonrisas lograba tranquilizarla un poco.
El
doctor situó un pequeño maletín al lado de las piernas libres de
tela de sábanas, completamente expuestas al él, para que éste
pudiese revisarlas. Abrió el maletín, era pequeño, dentro de éste
habían diferentes utensilios, unos extraños y otros no del todo.
Dejó
el maletín en la camilla, y se dirigió a un pequeño escritorio,
donde había dejado un vaso, donde descansaba un humeante hielo,
húmedo debido a que ya había comenzado a derretirse.
—Bett,
la prueba es sencilla, primero, tienes que cerrar los ojos, no podrás
ver en que parte de tu cuerpo estaré trabajando. Después colocaré
este hielo en diferentes zonas de tu pierna y tu pie, te preguntaré
si sientes algo, no tendrás que contestarme nada que no sea asentir
o negar con la cabeza ¿De acuerdo?
—..De..
de acuerdo. —Dijo mi novia. Suspiró y cerró los ojos.
—Comencemos.
Lentamente
situó el pequeño cubito de hielo en las puntas de los dedos de
Bettina, ella tenía una expresión indiferente en su rostro y con
los ojos cerrados aún.
Jared
sonreía sereno, como si supiera en el fondo que nada saldría mal,
en cambio yo estaba con los nervios a flor de piel, y cuando me di
cuenta, mis manos estaban aferradas a las mangas de la camisa de mi
cuñado, apretándola entre ellas.
—Tranquilo
Bill. —Susurró intentando quitar con movimientos torpes mis manos
de su ropa, sin embargo sólo consiguió que yo apretara más el
agarre.
—Dime
Bett, ¿Puedes sentir algo? —Preguntó el doctor sin despegar el
hielo de la piel de mi novia.
—...Emm..
yo.. no, no, no puedo sentir.. nada ¿Ya.. ya comenzó? —Tartamudeó
en respuesta, el doctor suspiró, nervioso. Dirigió el pequeño cubo
de hielo a la rodilla de Bett, y lentamente comenzó a frotarla con
éste.
—¿Y..
ahora?
—Es
extraño, quiero decir, se siente una sensación extraña que no
puedo clasificar. —Sentenció mi princesa. Suspiré aliviado. Jared
y yo teníamos la vista plasmada en el aquel hombre, quien nos miró
de reojo y esbozó una sonrisa llena de tranquilidad.
—El
punto es que sientes algo. —Afirmó.
—Si..
creo, pero no estoy segura.
Separó
el hielo de la rodilla, y enseguida lo regresó dentro del vaso;
comenzando a dirigir sus manos al pequeño maletín, que seguía al
lado de las piernas de Bett. Una vez abierto éste, sacó una pequeña
caja cuadrada y transparente, cuyo contenido no pude apreciar desde
la posición en la que me encontraba. Hasta que comenzó a sacar
lentamente un par de agujas de ésta.
—¡Auh!
—Se quejó de repente mi novia, justo después de que el doctor
separara la aguja de su muslo. —¿Qué fue eso? —Preguntó con
un tono entre asustada y emocionada, intentando reprimir una sonrisa.
Supuse que no quería hacerse falsas ilusiones al pensar cosas que
probablemente no sucederían.
—Te
he pinchado con una aguja.. y tú has sentido el piquete.
El
doctor siguió picoteando el muslo, la rodilla y la pantorrilla de mi
novia, quien se reprimía a decir nada y asentía con la cabeza ante
las preguntas.
La
prueba prosiguió de lo más simple, probando el cuerpo de Bettina
con diferentes sustancias y materiales; que a demás de las agujas y
el hielo, habían sido cosas como extrañas cremas calientes, un poco
de agua, incluso un fósforo recién apagado.
Bettina
había asentido más veces de las que había negado con la cabeza;
pero sin duda algo que nos dejó extrañados a Jared y a mi, fue que
en ningún momento Bett asintió con la cabeza cuando los
instrumentos de la prueba habían sido colocados en su pie.
Finalmente,
el doctor comenzó a guardar sus utensilios dentro del maletín de
nuevo, para enseguida cerrar éste.
—Hemos
finalizado con la prueba.
—Eso..
¿Que sigue después...? —Preguntó Jared, cambiando de repente su
expresión a una seria.
—Por
ahora, nada. He llegado a una conclusión. —Musitó el doctor.
Tenía una expresión seria en su rostro. Jared y yo nos volteamos a
ver el uno al otro, intrigados, y enseguida nuestras vistas se
dirigieron al hombre de bata blanca, que lentamente iba dibujando una
sonrisa entre sus labios. —No hay de que preocuparse.

—He
llegado a una conclusión, por un lado es buena, pero por otro lado
no del todo. Bettina tiene completamente inmóvil el pie. No puede
sentir ni una mínima señal de tacto. Sin embargo, en el muslo y en
la rodilla es capaz de sentir cualquier cosa. La pantorrilla también
tiene sensibilidad, pero es casi nula. Lo que ustedes quieren saber
es si volverá a caminar ¿Cierto? —Preguntó. Jared y yo asentimos
efusivamente con le cabeza. El doctor dejó de darle la espalda a
Bett y la miró, dándose cuenta de que nos estaba observando
curiosa. —Felicidades Bettina, te prometo que si tomas las terapias
y tratamientos necesarios, podrás volver a caminar.
OOOOh! que buen capiiii! me alegro que bettina se vaya a recuperar! gracias por avisar del capi! cuidate :)
ResponderEliminarme encantaaa!
y el siguiente ya es el final? T_T
bueno...espero que luego sigas escribiendo! chaoo