[ Tom ]
—Te ves hermosa,
¿Sabes? —Observé a Kayla completamente hipnotizado. Sus ojos verdes brillaban
hermosamente a la luz de la luna, y su cabello ondeante con el frío viento de
la noche me hacía tiritar. ¿Cuándo se volvió tan hermosa?
—Ahora lo sé. —Sonrió.
—Tú siempre te ves hermoso.
—Ya lo sabía. —Respondí.
Ambos nos reímos. Algo que yo sabía perfectamente, es que Kayla siempre ha
adorado mi ego en forma de sentido del humor, y estando
con ella lo sacaba a relucir más de lo normal.
—Oye… —Se puso
seria de repente. Tragué saliva repentinamente nervioso. — ¿Puedo preguntarte
algo Tom? —Mordió su labio, parecía temerosa de lo que estaba a punto de
decirme.
—Sí, ¿Qué ocurre? —Pregunté.
— ¿Cuándo… cuándo
será la boda…? —Me miró fijamente a los ojos, ese gesto me puso más nervioso
aún. Apreté entre mis manos el césped de debajo de nosotros. Nos encontrábamos sentados
en el jardín de la enorme casa de los Murett, nuestros bebés dormían frente a
nosotros sobre una pequeña manta, cubiertos perfectamente para que no
enfermasen. Y Kayla yo pasábamos el rato a ‘solas’, observando el bello manto
de estrellas que se encargaba de cubrir al cielo nocturno. —No quiero
presionarte, sé que ya tienes demasiadas cosas que hacer con la banda pero, en
serio me gustaría saber.
—Descuida. —Exhalé
un poco de aire que sobraba en mis pulmones. Ella comenzó a juguetear
inconscientemente con un mechón de su cabello que caía libremente sobre su
rostro. — ¿Cuándo te gustaría que fuera? —Pensé que responderle con otra
pregunta sería lo mejor para ocultar mi… ¿Susto? Si, aún me asustaba pensar en
el matrimonio, aunque haya sido yo el de la idea.
Nunca se me había
ocurrido pensar en la fecha de la boda hasta ahora…
—Se me ocurren
muchas fechas. Me gustaría que fuera en Enero, pero hará mucho frío. También me
gustaría en Abril, pero aún falta mucho, y no lo sé…
—Tú decide,
pequeña. Ese será nuestro día especial, y quiero que sea tal y como a ti te
gustaría. —Sonreí. A pesar de que el tema del matrimonio me diera miedo, no
podía evitar sentir cierta ilusión el pensar en unir mi vida para siempre a la
primera persona a la que he amado de verdad.
—Tú elige el mes, y
yo elijo el día, ¿Te parece?
—Está bien. —Respondí
de acuerdo con su propuesta. —Principios de Marzo.
— ¿En Marzo estarás
aquí en Alemania? No quiero que vayas a interrumpir eventos importantes por mi
culpa.
—Te prometo que
estaré aquí, si tú lo quieres. —La tomé de la mano y la miré a los ojos. —Te
amo… —Me incliné un poco para acercarme más hacia ella, y uní mis labios a los
suyos, hundiéndolos en un bello y corto beso. Ambos sonreímos en cuando nos
separamos.
—Yo te amo más. —Se
acercó de nuevo y volvimos a besarnos. —Creo que debemos irnos a dormir ya, es
un poco tarde, y quiero que mañana te veas perfecto.
—Pfff, mañana. —Bufé.
Mañana sería el concierto de Tokio Hotel en Alemania, por lo tanto, haciendo el
concierto no teníamos nada más que hacer aquí, y sólo nos quedaríamos un par de
días más, y yo no quería irme. —Muero por que me veas de nuevo en el escenario.
—Dije sonriente. Me puse de pie, y enseguida ayude a Kayla a hacer lo mismo.
—Ahora será mucho
más emocionante, porque te veré desde la perspectiva de tu novia, no como tu
fan. —Ambos sonreímos. Ella cogió en brazos a Freddy y yo a Layla y comenzamos
a caminar hacia la entrada de la casa.
Resultaba divertido
el momento de cargar a los bebés, ya que Freddy se sentía mucho más cómodo con
ella, y Layla conmigo.
Llegamos a la habitación que Kayla
compartía conmigo. Ella dejó a Freddy en la cama y se dirigió hacia el baño, no
sin antes advertirme mortalmente que cuidara bien de él.
Coloqué a cada uno
de mis bebés en sus respectivas cunas y me senté sobre la cama, observándolos
fijamente.
— ¿En qué piensas? —Volteé
a ver a Kayla, que acababa de ingresar de nuevo a la habitación.
—En todo. —Contesté
rápidamente sin dejar de mirarla directamente a los ojos. Ella levantó una ceja
confundida. Negó con la cabeza.
—Es hora de dormir.
—Sonrió y caminó hasta llegar a la cama, comenzando a levantar las tapas,
dispuesta a meterse dentro.
—No… —Murmuré, aún
sin dejar de mirarla fijamente. Pasé mi lengua por mis labios, intentando
humedecerlos un poco presintiendo lo que iba a suceder.
— ¿Qué…?
—Hay que hacer el
amor. —Noté cómo Kayla apretujó nerviosa entre sus manos las cobijas sobre la
cama. —Te amo tanto.
Me puse de pie y
caminé a pasos apresurados hasta situarme justo frente a ella. Coloqué
suavemente mis manos a ambos lados de su cabeza, y en un acto reflejo junté mis
labios con los suyos.
Kayla no se movía,
ella estaba tan sorprendida que me hizo sentir que estaba besando a un maniquí.
Resignado, terminé el beso y bajé la mirada escuchando cómo ella tragaba saliva
y soltaba un suspiro ahogado.
—Tom… —Me llamó en
cuanto notó que comenzaba a alejarme de ella. — ¡TOM!
— ¡No quieres! —Grité
sintiéndome impotente. La miré a los ojos, ella se encogió de hombros. —Y no te
pienso rogar.
— ¿A dónde vas? —Caminé
hacia la puerta de la habitación dispuesto a salir, sintiéndome humillado.
—Quiero estar solo.
—Salí de la habitación, dando un fuerte portazo que retumbó por las paredes.
Enseguida escuché el llanto de dos bebés recién despiertos, que poco me
importó.
Caminé furioso por
el pasillo, llegando directo a la escalera comenzando a bajar por ésta. Me
dirigí hacia la cocina y me detuve en seco en cuanto entré por completo.
¿Desde cuándo una
simple fan me rechazaba de esa forma tan ‘sutil’? Porque, a pesar de que tuviera dos hijos con
ella, Kayla no dejaba de ser una simple fan.
¿Qué pretendía...
Humillarme? Porque lo había conseguido.
También había
conseguido meterse en mi cama hace casi un año atrás, embarazarse. Y finalmente
hacer que me enamorara de ella… ¿Por qué?
Comencé a dar
vueltas por toda la cocina. Mis manos en mi cabeza tocando mis trenzas, con
ganas de jalarme el cabello hasta arrancarlo de lleno. Inundando mi mente de
millones de preguntas amargas.
— ¡AAARGG! —Grité
mientras apretaba el puño y lo estrellaba con fuerza contra la puerta del
refrigerador. — ¡Mierda! —Me quejé, comenzando a sentir el hormigueo de dolor extendiéndose
por toda mi mano. —Todo por su maldita culpa…
—Tom. —Escuché un
llamado desde la puerta de la cocina.
—Necesito
desahogarme.
—Tú la amas de
verdad, y ella a ti.
— ¡Tú no sabes nada
Bill! —Le grité a mi hermano. Lo miré; él estaba cruzado de brazos a escasos
metros de mí, con los ojos llenos de decepción mirándome fijamente.
—Sé que estás así
de raro por Kayla, pero, ¿Por qué? —Preguntó con toda la serenidad posible.
Cualquier otra persona hubiera temblado al verme de ese modo y hubiera huido
sin decirme nada. Bill nunca hacía eso.
—Me rechazó. —Respondí.
— ¡Y no es la primera vez! —Fruncí los labios sintiendo un ligero ardor en los
ojos, que rápidamente se comenzaron a cristalizar. —Ella sabe que la amo, y aún
así me hace esto. —Mordí mi puño que anteriormente había sido estrellado y me
di la vuelta dándole la espalda a mi gemelo.
Sentía pena por mí
mismo, y no quería que Bill me viera de esa forma.
—Tienes que
entenderla. Para ella aún es muy difícil asimilar que es madre.
—Hace casi cuatro
meses que nacieron los bebés, ya debería tenerlo superado y hacerse cargo.
—Tom, mírame. —Sentí
su mano colocarse sobre mi hombro. Apreté los ojos y limpié rápidamente las
lágrimas que comenzaban a resbalar por mi rostro. Me giré y Bill me miró a los
ojos; soltó un gran suspiro y me tomó fuertemente de los brazos. —Ella tiene
miedo de embarazarse de nuevo, tiene miedo de volver a decepcionar a sus
hermanos. —Comenzó a zarandearme y volví a cerrar los ojos, su mirada me
acuchillaba el alma. —Tiene miedo de que las fans la sigan insultando y la
lastimen más de lo que lo han hecho. Tiene miedo de que la sigan juzgando.
— ¿¡Cómo sabes
eso!? —Pregunté abriendo los ojos y soltándome de su firme agarre. Me encogí de
hombros, Bill resultaba ser más alto que yo por varios centímetros, y la
postura intimidante que acababa de adoptar me hizo tragar saliva.
—Yo estaba cuidando
a Bettina mientras dormía, y escuché el terrible portazo. Cuando salí a ver qué
ocurría me encontré a Kayla arrodillada llorando en el pasillo. La llevé a su
habitación y la ayudé a tranquilizar a los bebés que no paraban de llorar por
el susto…
— ¿Y? —Pregunté
queriendo que fuera directo al grano. Mi corazón se encogía con cada palabra.
—Ella misma me lo
dijo. Me pidió que viniera a buscarte, yo no quería dejarla sola pero ella
insistió.
—Ella está mejor,
¿Cierto?
—Está destrozada
por tu culpa. Tú mismo dices que ella es el amor de tu vida, pero ni siquiera
eres capaz de saber cómo se siente en este mismo momento.
—Bill…
— ¡Ella te
necesita, imbécil! Tiene miedo de muchas cosas y a ti sólo te importa que se
acueste contigo. —Miré al suelo y me quedé en silencio. Ahora yo era el ogro
malvado y ella la débil princesilla frágil. — ¿En qué piensas ahora? Espero que
hayas cambiado de parecer.
—Soy un idiota. —Murmuré.
Levanté la mirada y observé a mi hermano demasiado sonriente, para después
sentir la palma de su mano estrellarse con fuerza contra mi mejilla.
— ¡Qué bueno que te
das cuenta! —Gritó con su voz terriblemente chillona. Acaricié mi mejilla que
comenzaba a arder y lo miré con los ojos bien abiertos. —Más te vale que vayas ¡AHORA
MISMO! Y le pidas una disculpa si no quieres otro golpe. —Levanto ambas cejas y
volvió a sonreír. Salió de la cocina caminando rápido y dando pequeños saltos.
—Gracias Bill. —Murmuré
sin que él pudiera escucharme. Caminé a paso lento hasta llegar la habitación,
ahora tenía muchas cosas que hacer.
Hola jeen! no pienses eso! claro que voy a seguir leyendo los fics! sigo todos los blogs de los fics que leo no te preocupes! lo unico que como sólo queda ya un mes de clase tengo examenes continuamente y estoy muy ocupada! pero en cuanto termine, seguiré leyendo todos los fic que empecé! :)
ResponderEliminarAsique no te preocupes por eso! cuidate mucho! ya te sigo desde mi blog personal, puedes pasarte cuando quieras! perdona que no pueda leer ahora! pero leeré! chaoo
me encanta que tom sea un idiota y bill vaya feliz dando saltitos por la vida! es tan propio de él! waw, sigoooo!
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