Cap. 87 Automatic Dreams!

Capítulo 87: Tensión

Narra Tom:

—Kayla... —Intenté atraer su atención sin mucho éxito, ella tenía la vista fija en su móvil, parecía que tenía la mente en algún otro lugar que no fuera conmigo en ese restaurante. —¡Kayla! —Pronuncié más fuerte, ella dio un pequeño salto sobre la silla, asustada.

—¿Que ocurre Tom? —Preguntó indiferente, como si la hubiera interrumpido de lo que sea que hubiera estado haciendo antes.

—¿Ehh?.. No entiendo nada Kayla, ¿A qué viene tu indiferencia? Estoy comenzando a pensar que no quieres estar conmigo

—No es mi problema que tú solito te inventes cosas en la cabeza —Suspiré, comenzaba a cansarme su actitud, en el auto habíamos quedado en olvidar el enfado y la conversación anterior, pero al parecer ella seguía molesta.

—Vale, como digas, ahora come, que se va a enfriar tu comida —Señalé su plato, su comida estaba casi intacta, y la pasta solamente había sido revuelta con el tenedor.

—¿Qué estabas haciendo? —Preguntó guardando su móvil de nuevo, y comenzando a comer un poco. La observé fijamente, parecía que mi respuesta ni siquiera le interesaba, sólo había preguntado por preguntar.

—Oh... ¿Qué no el que tenía que haberte hecho esa pregunta a ti debí haber sido yo?

—Si tanto te importa, estaba escribiendo un mensaje de texto para Flor, para que me avisara si todo está bien con los nenes, y sí, por suerte todo está bien, y siguen dormidos

—Vale, gracias por decirme —Dije irónico, ella rodó los ojos y siguió comiendo.

Todo el resto de la cena estuvimos en silencio, cada quien comiendo su respectiva comida, y de vez en cuando, los dos nos mirábamos de reojo para analizar la mirada del otro.

Pagué la cuenta y cogí a Kayla de la mano, que por suerte no rechazó mi acto de cariño; y anduvimos hasta mi auto de nuevo.

—Oye... —Kayla volteó a verme, tenía su mirada fija y perdida en el paisaje al otro lado de la ventanilla de mi auto. —¿Debería disculparme contigo? —Pregunté tímido, sin despegar mi vista de la carretera.

—No lo creo.. ¿Porqué deberías hacerlo?

—No lo se, pero algo me hace pensar que sigues molesta conmigo

—No... creo que la que debería disculparse contigo soy yo, por mi actitud indiferente y caprichosa

—Pero no lo entiendo, explícame porque tienes esa actitud, desde que te dieron el alta del hospital y volviste a casa estás comportándote muy extraño conmigo —Me adentré a la casa de mi novia, llegando hacia el garaje para estacionar mi auto.

—Creo que ya hemos conversado de esto varias veces, sabes de sobra que desde que llegué a casa, mi vida es otra, y eso es lo que hace que me cueste acostumbrarme rápido a todo, y por eso me frustro Tom...

—¿Te cuesta acostumbrarte a que yo viva contigo? Por eso no quieres irte a vivir conmigo antes de que me vaya de gira... —Afirmé, ahora todo era mucho más claro y lograba entenderlo todo mucho mejor.

—Ehmm.... no lo se.. supongo que.. algo así —Murmuró. Abrí la puerta del coche y salí rápidamente. Rodé éste hasta llegar a la puerta de Kayla, para abrirla y ayudarla a bajar, quedándome parado a su lado, esperando a que ella bajara.

—Oye... olvida todo lo tenso que hemos hablado esta noche ¿Vale? —Dije con el tono más relajado y tierno que pudo salir de mi boca. Ella volteó a verme de reojo, mientras se desabrochaba el cinturón de seguridad y hacía amago de bajarse del auto, pero yo la detuve. —¿Te puedo pedir un favor?

—Si Tom, dime

—¿Me das un abrazo? —Extendí los brazos, y una sonrisa bobalicona se dibujó en mis labios. Kayla sonrió y se abalanzó sobre mi, apretándome entre sus brazos, rodeándome el cuello con ellos y hundiendo su cabeza en mi hombro. Olfateé como un perro su cabello, y ensanché mi sonrisa. —Eres una loca pequeña.

—No hables. —Susurró en mi oído; pude sentir como cada vez me apretaba más entre sus brazos. —Perdóname tú a mí ¿Vale? Te amo —Comenzó a esparcir suaves besos en mi cuello, besos que comenzaron a hacerse más intensos, hasta convertirse en pequeños mordiscos., y que seguro al día siguiente quedarían convertidos en chupetones. Yo apretujaba su cabello entre mis dedos, sintiendo su sedosidad.

Pocos minutos después nos separamos, y Kayla pudo bajar del auto. Nos adentramos en la casa, agarrados de la mano, e inmediatamente subimos hasta la habitación donde se encontraban nuestros hijos.

Flor estaba sentada sobre la cama, viendo la T.V con un volumen bastante bajo para no despertar a los bebés. En cuanto nos vio parados en el umbral de la puerta, sonrió y se puso de pie. Kayla se acercó hacia ella y le dio un tierno abrazo.

Poco después Flor se retiró de la habitación, y en cuanto Kayla y yo nos aseguramos de que nuestros bebés estuviesen bien, yo me tumbé sobre la cama, con los brazos detrás de mi cabeza y entrecerrando los ojos un poco, el sueño comenzaba a apoderarse de mí.

—Kayla.. los niños están bien, ven a dormir conmigo —Dije con un tono de voz exageradamente cansado, y sonreí.

Kayla no contestó, y pocos minutos después, sentí que alguien se tumbaba sobre la cama al lado de mi, posando su cabeza sobre mi hombro y rodeándome la cintura con los brazos, atrayéndome hacia su delicado cuerpo.

—Tom... —Susurró en mi oído, y sonreí. —¿Piensas dormir así...?

—¿Así? ¿A que te refieres? —Pregunté abriendo los ojos, encontrándome con el rostro de mi adorable novia, observándome fijamente, con una tierna sonrisa en sus labios y los ojos bien abiertos; no pude evitar acercar mi rostro más al suyo, y besarla suavemente, sin profundizar.

—Tú.. siempre duermes en ropa interior..

—¿Que insinúas ehh? —La sonrisa cansada que tenía, en seguida se transformó en una pícara.

—Sabes a que me refiero —Dijo levantando las cejas varias veces.

—Dormiré en ropa interior... si tu también lo haces

Y al final, terminamos los dos haciendo lo mismo de esa misma tarde. Acariciándonos y besándonos hasta quedarnos sin aliento. Los dos nos ayudamos mutuamente a quitarnos la ropa, y finalmente, nos quedamos dormidos, el uno abrazado al otro.

Narra Bettina:

Abrí los ojos lentamente, encontrándome con lo que ya esperaba ver, el techo blanco del hospital. Giré un poco mi cabeza, buscando a Bill o a Jared, pero no vi a ninguno de los dos. No había nadie, y estaba en otra habitación, no era en la que solía estar siempre.

Me dolía la cabeza y me sentía adormilada y todo me daba vueltas. Parpadée rápidamente y coloqué ambas manos en mi frente, cuando de repente un flashback se reflejó en mi mente, haciéndome recordar porque estaba sola y en otro lugar, y porque me sentía mareada.

Ya me habían operado... y ahora supongo que me encontraba en estado de recuperación.

Me sentía extraña, no podía moverme bien, pareciera que tuviera todo el cuerpo adormecido, o como si una piedra enorme estuviera encima de mí.

Comencé a sentirme demasiado incómoda; no sabía si esas sensaciones extrañas eran normales o no. En la universidad me habían enseñado las reacciones que sienten los pacientes después de ser operados, y ninguna de esas yo lo tenía; sentía cosas demasiado diferentes; pero era bastante claro que lo que me habían enseñado se refería a operaciones de cualquier otro tipo, no cuando te operan una pierna para volver a moverla después de haberte accidentado estúpidamente.

Me incorporé sobre la camilla y rebusqué debajo de mi almohada, intentando encontrar el pequeño control que con sólo presionar un botón, algún doctor o enfermera vendría a verme de inmediato.

En lo que esperé que alguien llegara, observé la hora en el reloj de pared que se encontraba frente a mi camilla.. las 6.24 de la mañana, y suspiré, llevaba alrededor de 18 horas dormida, y aún sentía mis párpados pesados.

La puerta se abrió lentamente, encontrándome con una señora mayor, de más de 50 años, supuse que sería una enfermera gracias al uniforme blanco que llevaba.

—Señorita Murett.. ¿Necesita algo? —Musitó la señora con tono suave, y yo sonreí para que no se asustara y pensara que algo malo me había pasado, y enseguida su expresión se relajó.

—Quiero hablar con mi doctor.

—¿Se siente mal? —Preguntó, por un momento pensé que había ignorado mi petición anterior. —Si se siente mal, no es necesario que venga en doctor, yo puedo atenderla

—No, bueno, no es que me sienta mal, lo que pasa es que estoy sintiéndome extraña. —Hice una mueca con los labios, y la mujer comenzó a acercarse hacia mí. —¿Usted sabe donde está mi hermano? Quiero saber si está afuera o se ha ido a su hotel

—No señorita, afuera no hay nadie esperando por usted, pero el doctor ya ha llamado a su hermano al móvil para avisarle de que usted ya despertó, así que no tiene nada de que preocuparse.

—Oh vale gracias, entonces creo que esperaré a que venga... —Suspiré, en realidad si me sentía mal, todas esas sensaciones eran molestas, pero no era nada que no pudiera soportar hasta que llegara Jared o Bill. —¿Le molestaría.. dejarme sola?

La mujer no contestó, se acercó hacía mi y me tocó la frente, para asegurarse de que no tuviera fiebre o algo malo. Después revisó mi presión con un aparato moderno de los que ahora suelen usarse en los hospitales caros. Se alejó un poco de mí, guardando el aparato en un cajón de un mueble que se encontraba por allí, y volteó a verme.

—Usted está tan sana como una rosa, todas las molestias que tiene ahora son normales, ya sabe, por la operación. —Asentí, la mujer era demasiado seria, pero amable después de todo.

—Gracias.

—En cuanto llegue su hermano, vendrá el doctor a hablar con usted y con él y les explicará todo, por ahora espere aquí, supongo que no tardará mucho en llegar. —Asentí, la mujer se dio media vuelta hasta llegar a la puerta y salir de la habitación.