domingo, 19 de agosto de 2012

Cap. 86 Automatic Dreams


Capítulo 86: ¡Tengo miedo Tom!


Entramos al cine por la puerta trasera. Parecíamos unos delincuentes, pero sin duda era divertido y necesario; si no nos escondíamos, seguro no tardaría alguien en reconocer a Tom, y no perdería la oportunidad de fotografiarnos juntos, para al día siguiente aparecer en las portadas de miles de revistas diferentes de todas partes del mundo.
Así que para evitar eso, nos escurrimos hasta la entrada trasera, donde ya nos esperaba Gary, el amigo de Tom, quien nos llevó hasta nuestra sala privada.

Tom le dio suficiente dinero, que alcanzaba para las entradas, la renta de la sala privada, la propina, y todas las golosinas que se nos antojaran, dulces, palomitas y un poco de helado, que Gary no tardó demasiado en traer.

Tom me rodeó los hombros con un brazo, y yo apoyé mi cabeza en su duro hombro, escuchando el suave latir de su corazón haciéndome estremecer, mientras él acariciaba tiernamente mi cabello.

La película comenzó, y justo como Tom lo había dicho antes, era una película tan “Vomitivamente romántica”, esas eran las palabras que Tom había utilizado, para él esa clase de películas no eran digamos.. “las mejores”, pero estando conmigo no se quejaba.
Prácticamente ignoramos la película, todo el tiempo estuvimos hablando, Tom haciéndome cosquillas, despeinando mi cabello, y yo jalándole las trenzas y picoteando su duro abdomen, burlándome de su ropa tan extrañamente ancha. Todo entre risas y mimos de parejita.

Al cabo de dos horas después, cuando la película terminó, agradecimos a Gary, quien ya nos esperaba fuera de la sala.
Nos dirigimos de nuevo hacia la puerta trasera y subimos rápido al auto de Tom.
Anduvimos en silencio un largo rato; el cielo estaba oscuro, con una media luna brillante y escasas estrellas acompañando a ésta.
Cogí mi móvil y observé la hora, ya pasaba de las 10 de la noche. Habíamos estado dos horas y media en el cine, y sin embargo el tiempo se había ido volando.

—¿A donde vamos? ¿Volveremos ahora a casa? —Pregunté atrayendo la atención de Tom, que seguro tendría la mente perdida en alguna otra parte. Volteó a verme con una sonrisa que no supe clasificar, estaba entre satisfecho y feliz, y yo sonreí en respuesta.

—¿Tan pronto quieres volver? —Preguntó levantando las cejas y mirándome de reojo, sin despegar su vista de la carretera.

—Precisamente pregunto porque aún no tengo ganas de regresar, por ahora quiero pasar más tiempo contigo

—Nena, pero si el único momento del día en el que no estás conmigo es cuando alguno de los dos va al baño —Se rió, y yo abrí la boca un poco molesta, formando un extraño gesto, lo que hizo que él se riera más.

—Eres un idiota —Giré mi cabeza hacia la ventana, observando las casas iluminadas por las luces emanando de sus focos, los escasos árboles, y las pocas personas que deambulaban por las calles, y de repente, el auto se detuvo.

— ¿Que ocurre? —Preguntó recargando ambos brazos en el volante y mirándome expectante, suspiré.

—Te he dicho muy en serio que quiero estar contigo, y lo único que tu haces es burlarte de mi —Dirigí mi vista hacia él, mostrando un poco mi molesta con tono de reproche.

—No me burlo de ti Kayli, sabes que es una broma

—Pues entonces no me gustan ese tipo de bromas

—Pero si a ti siempre te ha gustado Tom Kaulitz por ser gracioso, no puedes salir ahora con que “Ya no te gustan las bromas” —Dijo lo último intentando imitar mi voz, con un tono bastante insoportable.

—No cambies de tema, si lo único que yo quería era pasar más tiempo contigo

—¿Querías? Eso quiere decir que ahora no quieres —Sentenció cruzándose de brazos.

—No, ahora me da igual, al fin y al cabo, tu dices que siempre estamos juntos ¿No?

—De verdad que no entiendo a que viene tu molestia —Suspiré, comenzaba a cansarme esa conversación.

—En-tién-de-lo Dije pausadamente, y Tom rodó los ojos, comenzando a molestarse también —Te repito que yo sólo quería estar más tiempo a solas, los dos juntos, como cualquier pareja de novios, si nosotros estamos juntos, es porque más que nada tú quieres visitar a los bebés, yo sólo vengo siendo una persona más en tu vida

—Si, una persona más que se ha convertido en MI vida, mi novia, madre de mis hijos, mi futura esposa y ahora prometida porque si no recuerdas, hace unas horas acabas de aceptar mi propuesta de matrimonio, eres una persona más en mi vida que simplemente me tiene idiotizadamente enamorado

—¿Habas en serio?

—Nunca he hablado más enserio que ahora; tú hace unas horas me dijiste que los dos juntos aprenderíamos lo que es enamorarse

—Si, lo he dicho, y no pienso retractarme, a menos que tú ya no quieras

—La que parece no quererlo eres tú Murmuró, intentando que yo no lo escuchara, pero al instante se dio cuenta de que si lo había escuchado, y me observó con los ojos abiertos como platos —Yo, perdón, no quise decir eso...

—Lo dijiste, y te he escuchado —Cerré los ojos un par de segundos, y los volví a abrir, encontrándome con la mirada avergonzada de Tom —Y te entiendo, mis actitudes te están haciendo pensar cosas que no deberías pensar...

—No... yo sólo... —Lo interrumpí..

—La razón por la que me enojo mucho contigo últimamente es por la tensión Tom, el estrés, los nervios, y..... el.. el miedo...

—¿Miedo? —Preguntó extrañado, con una ceja alzada, confuso.

—La próxima semana te vas a ir de gira ¿Lo recuerdas?

—Ohh... si, lo recuerdo, y creo que ya entiendo a lo que te refieres

—De acuerdo... —Bajé la mirada sin saber que más decir o hacer, me sentía totalmente confundida. Tom me miraba serio, en silencio, podría asegurar que estaba pensando en que responder, pero tampoco sabía que decir exactamente —Yo... tengo miedo Tom —Repetí.

—¿De... qué?...

—De que alguien más se de cuenta de lo maravilloso que eres

—No tienes nada de que temer amor, nadie se dará cuenta de “Lo maravilloso que soy”, porque yo en este mundo no soy tan maravilloso con nadie que no seas tú, algunas veces también lo soy con Bill, pero él solo es mi hermano pequeño

—Si.. yo ahora.. creo que soy una tonta

—Si tú eres tonta, entonces yo soy un estúpido —Se rió. Estiró su brazo hasta acariciarme la mejilla, y después levantó un poco mi rostro para que nos miráramos a los ojos —Te amo mi pequeña tonta —Me reí y agarré su mano que seguía en mi mejilla, entrelazando nuestros dedos.

—A esto me refiero —Sonreí. —A que alguien más descubra este encanto tan propio de ti

—Da igual que alguien más lo descubra, la que me interesa que note mi encanto eres tú

—Bien...

—Y... ¿A donde quieres ir ahora? —Preguntó después unos minutos, con un tono casual, como si la conversación de antes nunca hubiera existido, intentando olvidarla y aligerar el ambiente tenso que habíamos formado.



—Tú eres el que me ha invitado a salir, así que tú deberías saber a donde ir ahora —Intenté no sonar molesta, fingiendo una sonrisa.

—Vale... —Sonrió, y volvió a colocar sus manos en el volante, volviendo a arrancar el motor del coche.

Todo el resto del camino estuvimos en silencio; la “Discusión” anterior nos había dejado un poco tensos, y teníamos miedo de decir cualquier cosa y volvernos a enojar.
No tardamos en llegar al lugar que supuse que iríamos, un restaurante de comida italiana que tanto le gustaba a Tom y a Bill, donde casi siempre íbamos a cenar los cuatro antes del accidente de Bettina.

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