Entramos
al cine por la puerta trasera. Parecíamos unos delincuentes, pero
sin duda era divertido y necesario; si no nos escondíamos, seguro no
tardaría alguien en reconocer a Tom, y no perdería la oportunidad
de fotografiarnos juntos, para al día siguiente aparecer en las
portadas de miles de revistas diferentes de todas partes del mundo.
Así
que para evitar eso, nos escurrimos hasta la entrada trasera, donde
ya nos esperaba Gary, el amigo de Tom, quien nos llevó hasta nuestra
sala privada.
Tom
le dio suficiente dinero, que alcanzaba para las entradas, la renta
de la sala privada, la propina, y todas las golosinas que se nos
antojaran, dulces, palomitas y un poco de helado, que Gary no tardó
demasiado en traer.
Tom
me rodeó los hombros con un brazo, y yo apoyé mi cabeza en su duro
hombro, escuchando el suave latir de su corazón haciéndome
estremecer, mientras él acariciaba tiernamente mi cabello.
La
película comenzó, y justo como Tom lo había dicho antes, era una
película tan “Vomitivamente romántica”, esas eran las palabras
que Tom había utilizado, para él esa clase de películas no eran
digamos.. “las mejores”, pero estando conmigo no se quejaba.
Prácticamente
ignoramos la película, todo el tiempo estuvimos hablando, Tom
haciéndome cosquillas, despeinando mi cabello, y yo jalándole las
trenzas y picoteando su duro abdomen, burlándome de su ropa tan
extrañamente ancha. Todo entre risas y mimos de parejita.
Al
cabo de dos horas después, cuando la película terminó, agradecimos
a Gary, quien ya nos esperaba fuera de la sala.
Nos
dirigimos de nuevo hacia la puerta trasera y subimos rápido al auto
de Tom.
Anduvimos
en silencio un largo rato; el cielo estaba oscuro, con una media luna
brillante y escasas estrellas acompañando a ésta.
Cogí
mi móvil y observé la hora, ya pasaba de las 10 de la noche.
Habíamos estado dos horas y media en el cine, y sin embargo el
tiempo se había ido volando.
—¿A
donde vamos? ¿Volveremos ahora a casa? —Pregunté atrayendo la
atención de Tom, que seguro tendría la mente perdida en alguna otra
parte. Volteó a verme con una sonrisa que no supe clasificar, estaba
entre satisfecho y feliz, y yo sonreí en respuesta.
—¿Tan
pronto quieres volver? —Preguntó levantando las cejas y mirándome
de reojo, sin despegar su vista de la carretera.
—Precisamente
pregunto porque aún no tengo ganas de regresar, por ahora quiero
pasar más tiempo contigo
—Nena,
pero si el único momento del día en el que no estás conmigo es
cuando alguno de los dos va al baño —Se rió, y yo abrí la boca
un poco molesta, formando un extraño gesto, lo que hizo que él se
riera más.
—Eres
un idiota —Giré mi cabeza hacia la ventana, observando las casas
iluminadas por las luces emanando de sus focos, los escasos árboles,
y las pocas personas que deambulaban por las calles, y de repente, el
auto se detuvo.
—
¿Que
ocurre? —Preguntó recargando ambos brazos en el volante y
mirándome expectante, suspiré.
—Te
he dicho muy en serio que quiero estar contigo, y lo único que tu
haces es burlarte de mi —Dirigí mi vista hacia él, mostrando un
poco mi molesta con tono de reproche.
—No
me burlo de ti Kayli, sabes que es una broma
—Pues
entonces no me gustan ese tipo de bromas
—Pero
si a ti siempre te ha gustado Tom Kaulitz por ser gracioso, no puedes
salir ahora con que “Ya no te gustan las bromas” —Dijo lo
último intentando imitar mi voz, con un tono bastante insoportable.
—No
cambies de tema, si lo único que yo quería era pasar más tiempo
contigo
—¿Querías?
Eso quiere decir que ahora no quieres —Sentenció cruzándose de
brazos.
—No,
ahora me da igual, al fin y al cabo, tu dices que siempre estamos
juntos ¿No?
—De
verdad que no entiendo a que viene tu molestia —Suspiré, comenzaba
a cansarme esa conversación.
—En-tién-de-lo —Dije pausadamente, y Tom rodó los ojos, comenzando a molestarse
también —Te repito que yo sólo quería estar más tiempo a solas,
los dos juntos, como cualquier pareja de novios, si nosotros estamos
juntos, es porque más que nada tú quieres visitar a los bebés, yo
sólo vengo siendo una persona más en tu vida
—Si,
una persona más que se ha convertido en MI vida, mi novia, madre de
mis hijos, mi futura esposa y ahora prometida porque si no recuerdas,
hace unas horas acabas de aceptar mi propuesta de matrimonio, eres
una persona más en mi vida que simplemente me tiene idiotizadamente
enamorado
—¿Habas
en serio?
—Nunca
he hablado más enserio que ahora; tú hace unas horas me dijiste que
los dos juntos aprenderíamos lo que es enamorarse
—Si,
lo he dicho, y no pienso retractarme, a menos que tú ya no quieras
—La
que parece no quererlo eres tú —Murmuró, intentando que yo no lo
escuchara, pero al instante se dio cuenta de que si lo había
escuchado, y me observó con los ojos abiertos como platos —Yo,
perdón, no quise decir eso...
—Lo
dijiste, y te he escuchado —Cerré los ojos un par de segundos, y
los volví a abrir, encontrándome con la mirada avergonzada de Tom
—Y te entiendo, mis actitudes te están haciendo pensar cosas que
no deberías pensar...
—No...
yo sólo... —Lo interrumpí..
—La
razón por la que me enojo mucho contigo últimamente es por la
tensión Tom, el estrés, los nervios, y..... el.. el miedo...
—¿Miedo?
—Preguntó extrañado, con una ceja alzada, confuso.
—La
próxima semana te vas a ir de gira ¿Lo recuerdas?
—Ohh...
si, lo recuerdo, y creo que ya entiendo a lo que te refieres
—De
acuerdo... —Bajé la mirada sin saber que más decir o hacer, me
sentía totalmente confundida. Tom me miraba serio, en silencio,
podría asegurar que estaba pensando en que responder, pero tampoco
sabía que decir exactamente —Yo... tengo miedo Tom —Repetí.
—¿De...
qué?...
—De
que alguien más se de cuenta de lo maravilloso que eres
—No
tienes nada de que temer amor, nadie se dará cuenta de “Lo
maravilloso que soy”, porque yo en este mundo no soy tan
maravilloso con nadie que no seas tú, algunas veces también lo soy
con Bill, pero él solo es mi hermano pequeño
—Si..
yo ahora.. creo que soy una tonta
—Si
tú eres tonta, entonces yo soy un estúpido —Se rió. Estiró su
brazo hasta acariciarme la mejilla, y después levantó un poco mi
rostro para que nos miráramos a los ojos —Te amo mi pequeña tonta
—Me reí y agarré su mano que seguía en mi mejilla, entrelazando
nuestros dedos.
—A
esto me refiero —Sonreí. —A que alguien más descubra este
encanto tan propio de ti
—Da
igual que alguien más lo descubra, la que me interesa que note mi
encanto eres tú
—Bien...
—Y...
¿A donde quieres ir ahora? —Preguntó después unos minutos, con
un tono casual, como si la conversación de antes nunca hubiera
existido, intentando olvidarla y aligerar el ambiente tenso que
habíamos formado.
—Tú
eres el que me ha invitado a salir, así que tú deberías saber a
donde ir ahora —Intenté no sonar molesta, fingiendo una sonrisa.
—Vale...
—Sonrió, y volvió a colocar sus manos en el volante, volviendo a
arrancar el motor del coche.
Todo
el resto del camino estuvimos en silencio; la “Discusión”
anterior nos había dejado un poco tensos, y teníamos miedo de decir
cualquier cosa y volvernos a enojar.
No
tardamos en llegar al lugar que supuse que iríamos, un restaurante
de comida italiana que tanto le gustaba a Tom y a Bill, donde casi
siempre íbamos a cenar los cuatro antes del accidente de Bettina.
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