martes, 14 de agosto de 2012

Cap. 85 Automatic Dreams



Capítulo 85: Podemos aprenderlo juntos

Después de ese ataque de calentura, y del minuto de conciencia de Tom, estuvimos besándonos unos minutos más, solo que ahora sin profundizar tanto y con más moderación.

—Kay, en 40 minutos debemos estar en el cine ¿recuerdas? —Dijo mientras besaba mi mejilla.

—Necesito ducharme. —Me levanté de la cama y me dirigí hacia uno de los cajones de mi cuarto, para coger mi ropa interior, cuando de repente, sentí sus cálidos brazos rodearme por la cintura.

—Yo también necesito ducharme. —Me susurró al oído. y no tenemos mucho tiempo por ahora, así que... —Lo interrumpí.

—Así que tendremos que vernos obligados a ahorrar tiempo y a economizar agua. —Dije entre risas, y Tom sonrió pícaramente entendiendo mi indirecta.

Ambos terminamos de tomar nuestras respectivas ropas. Yo me acerqué a mis bebés, para asegurarme de que estuviesen perfectamente bien dormidos y tranquilos.

Me dirigí hacia la ducha, donde Tom ya me esperaba; estaba abierto el grifo, y las finas gotas de agua chocaban contra la puerta de cristal polarizado de la puerta.
Me desvestí, y arrojé la ropa sucia al cesto donde debía ir, cogí la ropa sucia de Tom, que estaba tumbada en el suelo, y la arrojé al cesto junto con la mía.

Abrí lentamente la puerta corrediza de la ducha, y entré en ésta, encontrándome con la espalda musculada de mi novio, siendo empapada por gotitas salvajes.
Pasé mis brazos por su cintura, y comencé a darle leves mordiscos por toda su piel caliente. Escuché como él se reía divertido, mientras agarraba mis manos y las paseaba por todo su abdomen.
Tom cogió una esponja y la empapó de jabón, y en seguida comenzó a frotar todo mi cuerpo con ella, bañándome, mientras yo hacía lo mismo con su cuerpo.

—Oh por cierto, olvidé decirte que hace un rato Bill y Jared me hablaron por el móvil, y me dijeron que la operación de Bett había salido excelente, y que es muy probable que si recupere el movimiento de su pierna

—¡Y porqué no me lo habías dicho Tom! —Le di un ligero golpe en el hombro, y él se rió.

—Lo siento, se me había olvidado. —Sonrió muy tranquilo, y se acercó lentamente hacia mis labios para besarme suavemente.

Terminamos de ducharnos y comenzamos a vestirnos rápidamente.
Tom ya estaba listo, y mientras yo me maquillaba él se dirigió hacia la cuna de los bebés, y se sentó en una silla que se encontraba justo en frente de ésta, y comenzó a observarlos con una mirada llena de brillo, y una sonrisa un tanto feliz en su rostro.

Cuando estuve bien maquillada, me dirigí hacia la habitación de Bettina para secarme el cabello, ya que si encendía la ruidosa secadora en mi habitación, seguro despertaría a mis hijos y los haría llorar por el susto, y ellos por venganza no me dejarían salir con su papá al cine.
Me senté frente al tocador de la habitación de mi hermana, y comencé a pasar el aire caliente de la secadora por mi cabello.
Por el espejo podía observar a la perfección la habitación de mi hermana, ordenada de una manera tan perfecta y elegante, como solo Bettina podría hacerlo, ella al igual que yo, siempre habíamos sido unas adictas a la limpieza y al orden, por lo que ambas teníamos que lidiar con nuestros desordenados, desastrosos, y perezosos novios.

Mi mirada se centró en la mesita de noche de la habitación, donde descansaban varios porta retratos con fotografías. Unas eran de ella con Jared, otras de ella conmigo, otras de los tres juntos, y una última, donde estábamos la familia completa, papá, mamá, y nosotros tres.

Me puse de pie y dejé la secadora en el asiento en el que me encontraba. Me dirigí hacia las fotografías, y cogí la que estábamos Bettina, Jared y yo, éramos unos niños, esa fotografía por lo menos tendría unos diez años de existencia. Estábamos sentados en un sofá, Jared en medio de nosotras, y abrazándonos a ambas; sonreíamos felices, y nos veíamos extremadamente tiernos. La observé fijamente y comencé a reír, ¡Quien diría que yo siendo la menor de los hermanos sería la primera en tener hijos!
Estuve observando las demás, siempre me había gustado observar nuestras fotos y ver los bellos recuerdos que éstas traían, aunque casi no tenía recuerdos, ya que de mi infancia solo lograba recordar un 7%.

Dejé las fotografías en su lugar, y volví a atender mi cabello; cuando terminé, me dirigí hacia mi habitación de nuevo, para decirle a Tom que ya estaba lista, e irnos lo más pronto posible, ya que debíamos ir al cine en menos de diez minutos.
Caminé por el corto pasillo, pasando por la habitación de Jared, que se encontraba en medio de la de Bettina y la mía.
Llegué a mi habitación y abrí la puerta lentamente y me adentré en el cuarto. Tom me daba la espalda, seguía con la mirada fija en los bebés. Quise asegurarme de que era lo que estaba haciendo, así que me dirigí a él cautelosamente, intentando no hacer mucho ruido, hasta posicionarme a unos tres metros de él.

—Mis bebés, no tienen idea de las ganas que tengo de cargarlos, pero me da mucho miedo tirarlos al suelo y dejarlos mal del cerebro como su tío Bill. —Dijo riéndose sigilosamente, supongo que para no despertarlos, y yo sonreí. —Ustedes saben que los quiero mucho ¿Cierto? Pero también saben que no me gusta demostrarle a las personas mucho mi afecto. Quisiera que sepan que estoy planeando pedirle matrimonio a su mami, pero por ahora no creo que quiera, tal vez en un par de años, si tengo suerte y ella sigue soportándome, lo haga, realmente me gustaría mucho casarme con ella, si ya se que es extraño que yo diga eso, pero es que en serio la amo, a pesar de que es una niña prácticamente, he llegado a pensar que creo que..... estoy enamorado. —suspiró. —Pero realmente yo no se muy bien lo que es ese sentimiento. —Dijo con tono triste, mientras una lágrima no pudo evitar salir de mi ojo, y una sonrisa de estúpida de mis labios.

—Yo tampoco se lo que es el enamoramiento —Dije mientras Tom volteaba a verme sorprendido y ligeramente ruborizado, se acababa de avergonzar de que yo lo hubiese escuchado —Pero... podemos aprenderlo juntos —Sonreí y me senté en sus piernas, besando sus labios dulcemente —Yo también te amo Tom

—Oh joder, me da tanta vergüenza que me hayas escuchado decir esto —Sonrió apenado, y bajó la mirada, y yo le levanté su rostro para que me mirara a los ojos.

—No hay de que avergonzarse —Y volví a besarlo. Mis manos se paseaban suavemente por su cuello, mientras que las de él se quedaban fijas en mi cintura. Después de unos segundos, nos separamos y sonreímos a la par —Y bien, dime.. ¿A sí que quieres cargar a los bebés pero te da miedo? —Tom soltó una risa tierna.

—No me da miedo cargarlos, lo que me da miedo es que se me caigan

—Yo puedo ayudarte

Me levanté de su regazo, y me acerqué hacia donde descansaba mi pequeña Layla; y cuidadosamente, la cogí en brazos, acariciando un poco su escaso rubio cabello para que no se despertase. Tom observaba cada uno de mis movimientos, con con gran interés de querer aprender reflejado en sus ojos, y yo sonreí por inercia.

La escena se reflejaba demasiado tierna, Tom observándome atento, y yo, sosteniendo en brazos a mi pequeña niña.
Me dirigí hacia la cama, y Tom, siguiéndome se sentó junto conmigo. Lo miré a los ojos, y acerqué un poco mis brazos hacia los de él, haciendo amago de posar a la bebé en los suyos. Él tragó saliva nervioso, y yo sin reparo alguno, comencé a soltar a mi hija en los brazos de su padre.
Tom la observaba con una sonrisa melancólica dibujada entre sus labios. De repente bajó la mirada y lo escuché suspirar. Levanté su rostro sujetando su barbilla para que nos miráramos a los ojos, y me di cuenta de que sus ojos estaban húmedos, y una lágrima descendía por su mejilla.
Se ruborizó un poco y yo sonreí. Lo abracé por los hombros, dejándolo completamente cómodo para poder cargar a nuestra pequeña.

—Creo que todo esto ha hecho que me conmoviera —Soltó una risita nerviosa, haciendo que yo soltara una igual

—Estas ruborizado hasta las orejas, no tienes por que tener pena

—Es que todo se juntó. Escuchaste la plática que le hice a los bebés, la cual no quería que escucharas.... —Lo interrumpí..

—No querías que yo escuchara porque... ¿no querías que me enterara de que quieres pedirme matrimonio? —Tom asintió levemente, y yo, lo abracé más fuerte. —Pues entonces pídeme que me case contigo y aceptaré, y desde ahorita estaremos comprometidos

— ¡¿Qué?! Pero... yo pensaba que tu no ibas a querer casarte ahora...

—No, no quiero casarme ahora, y se que tú tampoco, y esa es la razón por la que no querías que te escuchara decir eso —Sonreí triunfante, y Tom abrió la boca de par en par.

—Eres muy astuta, ¡Me has tomado el pelo!

—Tal vez —Me reí, y él sonrió.

—Pero... lo haré... —Tomó mi mano y mirándome fijamente a los ojos —Kayla, mi querida pequeña y dulce novia... ¿Aceptarías casarte conmigo en un par de años? —Me reí, y enseguida mis ojos se cristalizaron por las lágrimas, al igual que los de Tom,

—Eres un tonto, ¡Claro que acepto!

Y me lancé a llorar como una loca contra su hombro. Todo resultaba tan irónico ahora. Tal vez no irónico sino, que mi sueño de toda la adolescencia se acababa de hacer realidad. Yo ahora tenía dos preciosos hijos con mi amor platónico y guitarrista favorito, y él acababa de pedirme matrimonio.
Tom también lloraba, solo que más sigiloso que yo. Él también estaba emocionado y conmovido por todo lo que acababa de pasar, que ni siquiera fue capaz de decirme algo lindo como acostumbraba hacerlo, para que lograra controlar mi emoción y las ganas de llorar hasta reventar por la alegría.

Después de unos minutos, Tom volvió a dejar a Layla en su cuna, junto a su hermanito, que la esperaba profundamente dormido, muy tranquilo.
Yo bajé a buscar a Flor a la cocina, para encargarme de que cuando Tom y yo saliéramos al cine, ella cuidara bien de los bebés y les diera su biberón.

Mi nana ya se encontraba en mi habitación, con todo lo necesario para cuidar a los bebés durante un par de horas.

—Ustedes diviértanse y disfruten lo más que puedan, yo cuidaré muy bien de sus hijos, y por cualquier cosa, yo los llamo, no se preocupen

—Gracias —Me acerqué hacia ella y le di un beso en la mejilla para despedirnos. Tom tan solo le dio la mano, y le agradeció con una sonrisa.


Salimos de la habitación hasta llegar a la salida de la casa. El auto de Tom estaba aparcado justo en frente de la puerta principal. Eran alrededor de las 7.25 de la noche, íbamos retrasados para ver la película, pero sin duda, había valido la pena.

1 comentario:

  1. Ai madre miaaaa! pero que..aaaaahrg! que envidia! emocion! y un monton de sentimientos más! pero que bonito! el capi es preciosoooo! y se van a casar! aaaaaaaaah! he muerto con esoo..jajajjaja
    a todas nos gustaría casarnos con ellos! hhahahhahaha
    me encanta el capiii y ices que solo quedan diez capis para que termine tu fic.. no se si eso es bueno o malo! pero esta claro que es una gran historia! buen trabajo jeen! :)

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