viernes, 13 de febrero de 2015

Agradecimiento, "Automatic Dreams!"

No hay mucho que decir ahora...Mi fic "Automatic Dreams!" Surgió de una idea loca que tuve hace unos años, no sé cómo ni por qué, pero la trama de la historia llegó a mí de la nada.Yo no tenía ni idea de lo que la escritura o literatura representaban, tenía tan solo 14 años de edad, y aún así decidí emprender este reto.El prólogo de esta historia fue publicado en mi Fotolog, exactamente el día 16 de Noviembre del año 2011.Escribí constantemente durante 1 año entero.Continúe muy vagamente durante otro medio año más.En 2013 ingresé a una nueva escuela, por lo que abandoné el Fic, convenciéndome de que quedaría inconcluso.Fue hasta finales del año 2014 cuando decidí darle un final digno a la historia que formó parte de mí (y de ustedes) durante tanto tiempo.Sé que el final no es tan "digno" como me lo esperaba, sin embargo, tiene uno. Muy básico, pero lo tiene, y eso me hace feliz.Honestamente, no sé si considerar buena mi historia, a mi me gusta, pero como dije antes, a pesar de que ahora tengo 17 años, sigo siento una inexperta total en el tema.Muchas gracias por su paciencia, por su espera.Lo más probable es que éste sea mi primer y último Fic, ya que sigo ocupada en la escuela, y pronto ingresaré a la Universidad.Gracias por amar y odiar a mis personajes JAJAJA...En fin, en serio, MUCHAS GRACIAS.


Jenn.


Final "Automatic Dreams!" [Parte 4 (parte final)]

Cinco años después…

Me siento una princesa en todo el sentido de la palabra. Sostengo mi esponjado vestido para no ensuciarlo, pisarlo, y caerme como tal cual piñata.
Me acerco a la habitación de Tom, está tardando demasiado y algo me dice que necesita ayuda. Lo observo desde el umbral de la puerta y sonrío intentando sostener las lágrimas.

—Te ves preciosa. —Le dice a Layla mientras acaricia y acomoda su esponjado vestido color rosa pastel.
— ¿Igual que mamá? —Pregunta ella con la mirada perdida, brindándole una sonrisa repleta de amor a su padre.
—Igualita. —Tom sonríe. —Te pareces tanto a ella, las dos igual de preciosas.
—Me gusta parecerme a mamá.
—Y a mí me gusta que te parezcas. —Tom se pone de pie y agarra a Layla de la mano. — ¡Freddy! —Grita. — ¿Dónde se metió tu hermano?
— ¡Voy papi! —Responde el niño desde el cuarto de baño.
— ¿Qué hacías? —Pregunta Tom.
—Arreglo mi cabello, debo ser el más guapo de la fiesta, más guapo que el tío Bill. —Tom se ríe y Layla lo imita.
—Él es igual a su padre. —Hablo por fin. Tom voltea a verme y sonríe.
— ¡Tía Bettina! —Grita Freddy y sale corriendo del baño hacia mí. Me agacho y le doy un fuerte abrazo. —Te ves muy bonita. —Me sonríe. Acaricio su mejilla y le respondo la sonrisa.
—Y Tú te ves muy guapo. Seguro Bill estará muy celoso de ti. —Freddy sonríe. A pesar de ser un niño de siete años de edad, es guapísimo, e idéntico a Bill y Tom, es como si fuera su pequeño trillizo.
—Layla preciosa. —Sonrío y camino hacia ella. —Creo que tu papá hizo un mal trabajo con tu cabello. —Tom me mira y pone los ojos en blanco, para después reírse. La pequeña tenía el cabello atado en dos coletas demasiado disparejas y despeinadas.
— ¡Papi! —Grita la pequeña regañándolo.
—Déjame arreglarlo.
— ¿Cuánto tiempo falta? —Me pregunta Tom. Yo estoy bastante concentrada en hacerle un sencillo y lindo peinado a Layla a base de trenzas y algunos rizos.
—Media hora. Bill ya se ha ido con Jared, Vinz y la nena. —Mi hermano y Vinz finalmente son padres de una hermosa bebé de dos años de edad; su nombre es Valy. —Deberíamos irnos ya.
—Gracias por peinar a la niña, de verdad que sigo sin lograr hacer bien esas cosas de mujeres.
—Cada que lo necesites puedes decirme. No voy a dejar que mi pequeña sobrina ande despeinada por el mundo. —Me río. Tom sonríe. —Me recuerdas mucho a Jared. —Tom levanta una ceja.
— ¿Cómo? —Pregunta confundido.
—Cuando mis padres murieron y él tuvo que encargarse de nosotras. Le costó bastante trabajo adaptarse a ser papá, mamá, y hermano mayor. Kayla estaba muy pequeña, y yo acababa de pasar lo de Marlon.
—Realmente debió ser duro para él. —Exclama sorprendido. Al parecer nunca había visto la situación planteada así.
—Ahora súmale que era un adolescente cuidando de dos niñas. No tenía idea de nada. —Sonrío. —Recuerdo cuando me llegó mi primer periodo. Yo estaba llorando asustada en un rincón del baño, y él no tenía ni idea de cómo explicarme que era normal. Y tuvo que ir a comprar lo necesario. —Sonrío con nostalgia. Tom me mira con admiración.
—Debes sentirte muy orgullosa de él.
—Demasiado… —Layla permanece en silencio, distraída en sus pensamientos. Freddy ha vuelto al cuarto de baño. —Y tú Tom, estás siguiendo sus pasos. Gracias a ti, tu hija es muy feliz a pesar de que no puede ver. A ella le has dado tu mundo entero para hacerla feliz, y sin embargo no has descuidado para nada a tu otro hijo. Eres grande.
—No sé qué decirte Bett, muchas gracias. —El sonríe orgulloso de sí mismo. Sus ojos están húmedos.
—Terminé Layla, ahora sí te ves más hermosa.
—Gracias tía. —La niña me brinda una sonrisa genuina. Freddy sale del baño y se acerca a nosotros.
—Freddy, lleva con cuidado a tu hermana abajo, debo hablar un momento con tu tía Bettina. —El niño obedece inmediatamente. El amor y paciencia que tiene hacia su hermana es inigualable.
— ¿Pasa algo Tom? —Pregunto desconcertada en cuanto los niños se alejan lo suficiente.
—Sólo quería decirte una cosa. —Asiento. —Desde que Bill me dijo que planeaba pedir tu mano, he pensado mucho en estas palabras.
—Oh, Tom. —Me río, un poco nerviosa honestamente.
—Tú sabes bien que mi hermano es mi otra mitad entera. Y tú eres una chica hermosa, valiente, inteligente, amable, cariñosa, carismática, fuerte, y muy, muy única. Me hace bastante feliz que mi hermano haya elegido bien a su compañera de vida. Cuando Bill te vio por primera vez en aquel concierto, supo que tú eras la indicada. Él siempre decía que cuando encontrara al amor de su vida, lo iba a saber de inmediato, y yo me burlaba de él. —Tom se ríe. Mis ojos comienzan a llenarse de lágrimas. —Y ahora me doy cuenta que no se equivocó. Y pues… yo sólo quiero agradecerte por todos estos años a su lado, muchas gracias por cada sonrisa que le has sacado, nunca te importó su fama o dinero, sólo su amor. Lo sabes comprender, le has enseñado muchas cosas…
—Hay Dios, Tom… —Limpio mis lágrimas intentando no estropear mi costoso maquillaje.
—Y lo más importante, tú yo somos grandes amigos y convivimos bastante bien, y quieres muchísimo a mis hijos. Creo que mejor cuñada no pude haber tenido. —Tom sonríe al igual que yo, mis ojos siguen lagrimeando.
—Eres una gran persona, no sé qué decir…
— ¡Sólo dame un abrazo! —Tom extiende sus brazos y me rodea alegremente. —En verdad, muchas gracias por ser la felicidad de mi hermano. —Me susurra al oído.
—Gracias a ti por aceptarme, te prometo que no te voy a defraudar.
—Sé que van a ser muy felices, disfruten mucho la boda, hoy es su día. Pero disfruten más la luna de miel. —Ambos reímos. Deshacemos nuestro abrazo.
—Muchas, muchas gracias. No sabes lo feliz que me hace saber que estés contento por nosotros, por aceptarme. Ustedes son tan unidos que pensé que sería difícil para ti.
—Por supuesto que no. Si Bill es feliz, yo también soy feliz. Y si la novia y futura esposa de Bill es tan genial como tú, soy doblemente feliz.
—Tú también eres genial Tom. —Sonrío.
— ¡Ya deja de llorar mujer! Hoy debes ser la más bonita de todas. —Ambos reímos. —Oye, pero, si Bill alguna vez te hace llorar también puedes decírmelo para que le pateé la cabeza. No porque sea mi hermano siempre estaré de su parte.
—Muchas gracias Tom. —Le digo riéndome. —Eres tan sensato y divertido, muchas gracias. —Ahora mis lágrimas son de risa. Me acerco hacia el espejo e intento reparar mi maquillaje que por suerte, no se ha estropeado demasiado.
—No sé si necesites algún momento a solas…
—Sí, por favor.
—Iré abajo con mis pequeños, no tardes mucho, no quiero que a Bill le dé un ataque de nervios al ver que no llegas. —Asiento, Tom ríe y se retira.

En cuanto Tom sale de la habitación dejándome sola, me siento sobre la cama.
Me encuentro en la habitación que solía ser de mi hermana. En la mesita de noche hay una bella lámpara de lava color violeta, y a su lado, una foto enmarcada de Kayla con Tom y una enorme panza con Freddy y Layla dentro. Al lado hay otra foto de Kayla con mamá y papá.
Sostengo entre mis manos ésta última durante unos minutos, observando cada detalle de la imagen. Los tres están sentados en el suelo sobre una alfombra, Kayla tendría alrededor de un año de edad, y está sentadita justo en medio de mis padres. Los tres sonrientes mirando a la cámara. No puedo evitar acariciar la foto con tristeza.
— ¿Por qué todos ustedes tenían que haberse ido tan pronto? —Las palabras de Tom me han sensibilizado, y he comenzado a llorar de nuevo. —Hoy es el día más especial de mi vida, y ustedes no están a mi lado. Tal vez no estén físicamente, pero en mi corazón viven vigorosamente. —Mucho antes de conocer a Bill, yo había iniciado la carrera de Medicina. Sin embargo, siempre supe que no era lo mío. Mi accidente se atravesó por lo que en todos estos años decidí cambiar de carrera. Decidiendo dedicarme apasionadamente a la psicología. —Me hacen tanta falta. Me encantaría tenerte a ti mamá como mi madrina, a ti hermanita como mi dama de honor principal, y a ti papá, caminando junto a mí en el pasillo entregándome al altar; pero no se puede. —Lágrimas y más lágrimas. —No tendré la boda de mis sueños sólo por ese pequeño detalle. Pero, gracias a ustedes mamá y papá que me mandaron a Bill como mi ángel de la guarda, y gracias a ti Kayla tengo a Tom, Freddy y Layla como ángeles más a mi lado. Por algo pasan las cosas, no viviré enojada con la vida por haber quitado a ustedes de mi lado, sé que se fueron porque su misión en la vida había terminado. Yo ya cumplí mis más grandes misiones aquí. Superé mi violación, ahora Marlon está en otro lugar muy lejos de mí, pagando todas sus faltas en la divinidad. Superé a mis piernas, y ahora puedo moverlas y caminar como siempre. Y superé la trágica muerte de mi hermana. Mi vida a partir de ahora no será feliz por siempre ya que después de una tragedia, sigue otra detrás de otra, y otra, y otra más. Pero si he podido superar todas esas fallas, sé que podré superar cualquier otro obstáculo frente a mí. Por ustedes, hoy soy una guerrera. Y mañana seré la mejor psicóloga.

Actualmente soy psicóloga de mi sobrina invidente Layla. Ella tiene vagos recuerdos de cuando podía ver. Recuerda bien el rostro y cabello de su mamá, incluso a veces ha visto a Kayla en sus sueños. Yo me encargo de que Layla viva feliz y no deje que su ceguera la derrumbe.
—Hoy doy un paso adelante hacia otra etapa de mi vida. Y ustedes tres vienen conmigo.

Sonrío decidida.

— ¡Bettina, debemos irnos! —Grita Tom desde abajo.
Intento arreglar mi maquillaje de nuevo, que con algunos retoques, consigue estar perfecto nuevamente.
Bajo las escaleras lo más rápido que el vestido blanco y precioso me permite, y me dirijo hacia donde está Tom poniéndose su saco negro y elegante.
Nos dirigimos enseguida hacia la puerta de entrada, Tom sube a los niños a su auto, para enseguida ayudarme a subir a la limosina; le dice unas indicaciones al conductor, y él sube a su auto.

En cuanto llegamos, Jared abre la puerta de la preciosa y elegante limosina blanca. Me propicia una bella sonrisa y me extiende la mano para ayudarme a bajar. En cuando lo hago, me abraza fuertemente.
—Llegó el día, hermanita. —Me suelta, y me acaricia el rostro con el dorso de su mano.
—Lo sé, hermanito. —Lo abrazo de nuevo. Tom se acerca hacia nosotros caminando con cada niño sostenido a cada una de sus manos.
— ¿Y Bill? —Le pregunta a mi hermano.
—Adentro, bastante nervioso, esperando a su preciosa novia. —Responde Jared. Tom asiente y se adentra a la pequeña y acogedora iglesia.

La iglesia es una total obra de arte. No es grande, ni muy pequeña; es perfecta.

Minutos después, las campanas comienzan a hacerse presentes en el fondo. Sostengo a Jared del brazo justo en la entradita y la música nupcial suena de fondo. Lo aprieto levemente del brazo intentando controlar mis nervios.
—Jared… —murmuro. Él me mira fijamente. —Hace rato hablé con papá. Le dije que mi boda sería perfecta si él me llevara de su brazo al altar. Pero… que seas tú quien me lleve allí es incluso igual o más especial. —Sonrío, él ensancha su sonrisa y me abraza de nuevo.
—Mi pequeña. —Me besa la frente. —Me pone muy feliz estar haciendo esto. Te amo mucho hermanita.


Finalmente en cuanto me siento lista, mi hermano y yo comenzamos a caminar a paso lento hacia el precioso altar.
No hay muchos invitados, pero los ojos de todos están posicionados en mí.
Muchas sonrisas resplandecen en mi dirección, y yo les regalo una igual de brillante a cada una de ellas.
Observo a Gustav, de pie al lado de su esposa.
Georg también está, sostiene la mano de su novia. No es Sabina, ella ya es parte de su pasado; el día del suicidio de su padre, ella estaba tan destrozada que decidió alejarse de todo lo que tuviera que ver conmigo; y como Georg es amigo de mi novio, decidió dejarlo también, teniendo que pagar él la culpa que supuestamente era mía, aunque la única víctima era yo.
Simone y Gordon muestran unas de las sonrisas más brillantes y orgullosas.
David, Natalie… y demás personas del staff de Tokio Hotel están presentes también.
También hay algunos amigos de Bill y Tom, amigos míos de la universidad, colegas, y pocas personas allegadas a nosotros.
Tom me guiña un ojo y sonríe también, bastante conmocionado.
Freddy me lanza un beso y yo me río. Me levanta el pulgar en señal de aprobación.
Layla está ajena a la situación, con su mirada fija en un punto indeterminado, como siempre.

Desvío la vista de los invitados, y mis ojos viajan hasta el frente de la iglesia, donde se encuentra una preciosa cruz enorme, dorada. Resplandeciendo de una manera tan única y especial. Al pie de ella, se encuentra una perfecta y preciosa figura masculina que resulta bastante fácil de reconocer ante mi vista. De todas las sonrisas presentes en la iglesia, la suya me parece la más única, la más bella, la que hace que mi corazón tiemble en suspiros.
Su brillante cabello negro, con los años ha pasado a volverse un rubio centelleante, su cuerpo bastante más musculoso que años atrás, cubierto con un elegante traje de bodas color blanco, su camisa de un color negro obsidiana, y una corbata blanca a juego con el traje.
Su rostro perfecto cubierto con una fina capa de barba bien arreglada.
Este día no lleva piercings, aunque hoy en día tuviera más que nunca. Había decidido quitárselos para la ocasión especial. Sus tatuajes no estaban visibles, él único que se asoma por su piel, el cual es mi favorito, unos huesos dibujados en su mano.
El resplandor de la bella cruz se ve minúsculo comparado con el resplandor que emana Bill de una manera tan natural.
Tiene sus ojos húmedos, al igual que yo. Repletos de lágrimas de conmoción y felicidad que luchaban por no salir a flote.

Finalmente, llegamos al altar. Jared me posiciona junto a mi futuro esposo y me besa la frente, para después retirarse.
Bill me tiende la mano, y yo se la tomo sin pensármelo dos veces.
Su sonrisa se ensancha más y más, al igual que la mía. Nos abrazamos rápidamente.
—Te amo. —Me susurra al oído. Le doy un suave beso en la mejilla.
—Te amo también. —Respondo.
—Te ves preciosa.

Nos separamos, y observamos al hombre viejo con mirada amable que se encuentra de pie frente al altar, esperando a que estemos preparados.
Nos da la bendición.
Todos los invitados están atentos, siendo testigos de la unión de amor tan pura y real que están presenciando.
Tengo muchas ganas de llorar, al parecer hoy es mi día sensible. Bill no deja de mirarme a los ojos, lo cual hace que me tranquilice.
Llega el momento de decir nuestros preciados votos matrimoniales. Me pongo nerviosa, aunque por suerte, Bill me sostiene de las manos cariñosamente.

—Yo, Bill, te quiero a ti Bettina, como mi esposa. Me entrego a ti y prometo mi fidelidad y amor en las alegrías y en las penas. En la salud y en la enfermedad. Todos, y cada uno de los días de mi vida.
—Yo, Bettina, te quiero a ti Bill como mi esposo. Me entrego a ti y prometo mi felicidad y amor en las alegrías y n las penas. En la salud y en la enfermedad. Todos, y cada uno de los días de mi vida.
—El Señor, que hizo nacer entre ustedes el amor, confirme este consentimiento mutuo, que han manifestado ante la iglesia. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre. —Dice el señor viejo, el sacerdote.

Una lágrima resbala por mi mejilla en el momento en que Bill desliza el anillo por mi dedo. Hago lo mismo mientras él limpia el rastro húmedo en mi mejilla.
—Los declaro, marido, y mujer.

Y tal y como ocurre en las películas… Bill me sostiene más fuerte de la mano, y me atrae hacia él, colocando su mano en mi cintura, para después, besarme profundamente.
Comienza a sonar una música preciosa de fondo, y todos aplauden unánimes.
Ese beso que parece eterno, ese beso de amor verdadero. Ese beso, que acaba de sellar nuestra unión eterna ante Dios.

Ese beso…

Nos separamos, Bill junta nuestras narices y nos miramos a los ojos fijamente. Acaricia mis mejillas con sus pulgares, limpiando nuevamente las lágrimas secas que hay en ellas.
—Gracias por todo. —Le digo.
—Gracias a ti. Nos espera un gran camino juntos. —Me responde.
—Esto sólo es el comienzo. —Ambos sonreímos.

Nos besamos de nuevo.


Se dice que después de la tormenta, siempre sale un arcoíris. Al parecer yo soy la clara prueba de ello. Los años pasados no habían sido sencillos para mí, sin embargo, a partir de ahora nada podría salir mal.
Diez años atrás, jamás me hubiera imaginado que justo ahora, me estaría casando con el vocalista de la banda favorita de mi hermana….






Te amo Bill.
Juntos por siempre, Bett.





Sueños automáticos. 

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