[ Bettina ]
— ¿Tienes hermanos? —Le pregunté a Serch. Ambos habíamos
estado esperando varios minutos a que llegara alguien a la casa, y para no
aburrirnos en la espera, continuamos conversando.
—Sólo tengo una hermana, se llama Maury, y aún es muy
pequeña…
—Yo también tengo una hermana pequeña. —Comenté. Él sonrió. —Su
nombre es Kayla.
— La mía tan sólo tiene dos años de edad…
—Oh, la mía ya está cerca de cumplir los diecisiete. —Ambos
nos reímos. Estuve a punto de agregar: “Y también ya tiene dos hijos”, pero
logré contenerme.
— ¡Bettina! —Escuché la voz de mi hermana proveniente desde
la entrada principal de la casa. Me puse de pie rápidamente, y Serch al darse
cuenta de mis movimientos, hizo lo mismo.
—Justo viene llegando. Espérame un momento aquí, ¿Quieres? —Salí
de la sala de estar sin esperar una respuesta. Caminé lo más rápido que pude
hacia la entrada, necesitaba advertirles a Bill y Tom que había que
presentarles a alguien.
— ¡Amor! —Gritó Bill en cuanto me vio y corrió hasta llegar a
mí. Me estrechó entre sus brazos en un cálido y fuerte abrazo. — ¿Cómo estás? —Preguntó
después de darme un resonante beso en la mejilla.
—Bien gracias… —Sonreí. Siempre que me saludaba de formas tan
dulces me quedaba embelesada mirándolo a los ojos. —Tengo… tengo que hablar con
Tom y contigo. Y con Kayla también.
— ¿Qué ocurre? —Preguntó mi hermana.
—Mi terapeuta se quedará a comer. —Inicié de la forma más
directa que pude. Sonreí al percatarme cómo Bill y Tom abrían los ojos como
platos al mismo tiempo. —Lo siento, cuando lo invité olvidé por completo que…
—No importa. —Me interrumpió Bill. —Si de ahora en adelante
él tendrá que venir todos los días para tus terapias, tendría que enterarse
algún día. Da igual si es hoy. —Besó mi mejilla de nuevo. Tom asintió.
Ciertamente no había otra opción.
[ Narrador ]
Serch
caminaba de un lado a otro deambulando por toda la habitación.
Escuchaba las voces de varias personas acercarse hacia donde
él se encontraba, y eso lo hacía sentirse incómodo. Nunca había tenido
problemas para conocer nuevas personas, pero el conocer a la familia de uno de
sus pacientes resultaba ser de alguna forma ‘aterradoradoramente
comprometedora’.
—Buena forma de conocerla mejor. —Murmuró para él mismo
dibujando al instante una bella sonrisa en su rostro.
—Bien… —Betitna ingresó a la sala de estar. Se percató de que
Serch deambulaba por todas partes y levantó una ceja; él la miró atento,
esperando que continuara. —Quiero presentarte a mi hermana Kayla… —Kayla cruzó
la puerta sonriente, miró a Serch a los ojos y él ensanchó una sonrisa en su
rostro. Se observaron fijamente durante varios segundos, Bettina tragó saliva,
esa acción de ambos le había parecido muy extraña.
—Mucho gusto. —Saluda Serch extendiéndole la mano, Kayla la
estrecha sin dejar de observar los atrayentes ojos verdes del chico situado
frente a ella.
—Hola. —Responde cortésmente.
—Buenas tardes. —Saludó Tom mientras entraba por la puerta;
sosteniendo en brazos a su pequeña hija. Detrás de él le siguió Bill
sosteniendo a Freddy en brazos también. Bettina los miró sorprendida, habían
acordado que ellos no iban a aparecer tan repentinamente.
Al escuchar la voz grave del gemelo mayor, Serch despegó su
mirada de inmediato de la de Kayla y observó a los Kaulitz aparecer en la
enorme habitación. Sus ojos y boca se abrieron como platos por la sorpresa;
Bill comenzó a reír inevitablemente, y todos sonrieron gracias a la graciosa
risa del gemelo menor.
— ¿Los Kaulitz? —Titubeó el joven terapeuta. Reparó en que
ambos sostenían a un bebé en sus brazos, quedando peor que sorprendido. —No… no
entiendo. —Confesó. Bettina caminó hacia él y colocó la mano en el hombro del
joven, dispuesta a dar una explicación breve y clara.
—Sí. —Aceptó, en fin, era lo único que podía hacer. —Él es
Tom. —Señaló al chico sonriente de trenzas negras. —Él es, el prometido de mi
hermana. —Bettina mordió su labio inferior intentando reprimir una sonrisa;
Serch estaba completamente anonado. —Y él, es mi novio Bill. Chicos, él es
Serch, mi terapeuta de ahora en adelante. —Se separó de Serch y avanzó hasta
situarse al lado de su novio, éste colocó una mano en la cintura de Bett,
cuidando de no tirar al bebé al suelo.
— ¿Y…? —Serch señaló a los bebés con la mirada. Bettina
sonrió adivinando el pensamiento de Serch.
—No… no son míos. —Aclaró. —Ellos son Freddy & Layla, los
hijos mellizos de Kayla y Tom.
— ¿Tom Kaulitz tiene hijos? —Preguntó. Tom levantó una ceja
sorprendido, y asintió. A estas alturas toda la gente sabía que él ya era un
maduro y amoroso padre; le sorprendía darse cuenta que aún había gente que no
lo sabía. —Es broma todo esto, ¿Verdad?
— ¡Hola Serch! —Bill alejó su mano de Bettina y la agitó en
el aire alegremente saludando al chico.
— Hola Bill Kaulitz. —Respondió agitando su mano también.
Bill resultaba más amigable de lo que parecía ser.
—Llámame Bill. —Sonrió sincero. —Y a él llámalo Tom…
Todos se
encontraban sentados en sus respectivos lugares en el comedor comiendo y
conversando sobre diferentes cosas, a excepción de los bebés mellizos, que poco
tiempo atrás habían sido vencidos por el sueño, y la nana Flor los había
llevado a dormir.
Tom fruncía el ceño ligeramente molesto, estaba completamente
percatado de que Kayla no dejaba de mirar a Serch, sin embargo, se sentía
tranquilo de que él no la miraba a ella en absoluto, estaba completamente interesado
escuchando historias divertidas que comentaba Bill.
Para nada era el momento adecuado para realizar una escena de
celos a su novia…
— ¿Y cómo es que ustedes se… conocieron? —Preguntó Serch
curioso. Bill sonrió; apretó por debajo de la mesa la mano de Bettina y
suspiró. Amaba recordar ese momento, y más aún narrarlo.
—Bett & Kayla fueron a un concierto el año pasado, y yo
la vi desde el escenario. —Ensanchó su sonrisa y miró a Bett a los ojos. —Mandé
a alguien para que la siguiera hasta su casa. Lo sé, me siento un acosador por
aquello. —Se rió, y a continuación todos los presentes hicieron lo mismo. —Y le
di un regalo y una carta. —Bill observó cómo segundo a segundo, los ojos de
Bettina se cristalizaban en lágrimas.
La bella rosa de cristal… ahora eran dos rosas. Bill le había
regalado otra en el tiempo en el que ella se encontraba en el hospital.
—Es una historia muy singular. —Comentó Serch sonriente ante
la felicidad de la pareja; intentaba disimular el extraño sentimiento que
sentía en el pecho, y lo estaba haciendo bien.
— ¡Y aún no termina! —Exclamó Bill.
Enseguida continuó narrando lo que pasó después al encontrar
a Bettina por casualidad en Ibiza. Obviamente omitió varios detalles en su
historia, -que la encontró en la playa llorando y gritando debido a una
pesadilla con Marlon, por ejemplo-.
—Gracias por
la comida, me lo he pasado muy bien. —Agradeció sincero. Continuaron avanzando
hasta la entrada de la casa. Bill abrió la enorme puerta como una manera cortés
de despedirse de Serch.
—Gracias a ti por venir, eres muy agradable, y estoy seguro
que tú podrás ayudar a mi princesa a recuperarse. —Bill estaba encantado, Serch
le había inspirado mucha confianza. Ahora ya no se sentía tan culpable de haber
ocasionado lo de las terapias en casa, estaba seguro de que funcionarían.
—No hay de qué, ha sido increíble poder conocer a los grandes
gemelos Kaulitz.
— ¿Eres fan? —Preguntó Tom.
—Me fascinan sus canciones, ¡son buenísimas! Aunque
últimamente no he tenido tiempo de nada por el trabajo y…
— ¿Te gustaría ir al concierto de esta noche? —Se adelantó
Bill, Tom sonrió. Su hermano le había leído la mente.
— ¿De verdad? —Preguntó Serch sorprendido –nuevamente-, años
atrás había asistido a un concierto de Tokio Hotel y le había fascinado. —No
sabía que había concierto hoy. No sé dónde es, y no tengo boletos…
—En el auto tenemos boletos. —Mencionó Tom mirando al
sonriente Bill. —Y es aquí en Hamburgo.
—Reservamos una zona especial en la que estarán todos, ya
sabes. Bettina no podrá estar parada durante todo el concierto. A demás de que todos
odian a Kayla y no queremos que la maten… —Enseguida Tom fulminó a Bill con la
mirada, éste se calló de repente. La mencionada frunció los labios y bajó la
mirada, ese había sido un golpe bajo. —Lo siento. —Se disculpó Bill en un
intento fallido. Tom se acercó más a su novia y la tomó de la mano para
tranquilizarla, había notado que ella quería llorar de repente.
—Bill… —Habló Bettina por fin, en un intento de aligerar el
incómodo ambiente recién formado. —Acompaña a Serch a su auto y dale los
boletos. —Sentenció; Bill mordió su labio y asintió.
—Gracias por la comida. —Agradeció Serch. —Nos veremos en el
concierto entonces. —Bettina y Tom asintieron. Kayla seguía inmóvil.
—Kayla, no hagas caso a Bill, sabes que eso no es cierto. —Bettina
intentó tranquilizar a su hermana en cuanto Bill y Serch desaparecieron por la
enorme entrada. Kayla levanto la mirada, con los ojos rojos y húmedos, negó
frenéticamente con la cabeza. —Hermanita…
— ¡NO! —Gritó en respuesta. —No hace falta que me mientan, yo
sé perfectamente que medio mundo me odia…
—Por favor, Kayla… —Murmuró Tom, ella en un impulso agitó su
mano desasiéndose del agarre de su novio.
—Me odian por tu culpa. —Chilló entre dientes, su voz
comenzaba a tornarse aguda. —Pero me da igual, tengo dos hijos contigo… ¡Tom
Kaulitz es mío! Y eso es lo que ellas detestan. —Se dio media vuelta y salió
corriendo hacia alguna parte de la casa; sus ojos habían comenzado a derramar
lágrimas, y no quería que nadie la viera en esa situación.