Capítulo 11: Propuesta
Días después.
[ Narrador ]
—Buenas tardes, mi nombre es Jared y soy el tutor y hermano
mayor de Bettina. —Jared se sentó en una de las sillas frente al escritorio.
Con una sonrisa convincente en su rostro, extendió su mano hasta estrecharla
con el joven desconcertado que se encontraba sentado frente a él, del otro lado
del escritorio.
—Gusto en conocerlo señor, yo soy Serch y… Tengo varias
dudas. —Le informó rápidamente, queriendo ir al grano. Tanta formalidad ponía
de los nervios al joven terapeuta.
—Oh ¡Vamos! No me llames señor, háblame de ‘tú’. —Le corrigió
Jared intentando aligerar un poco el ambiente. Serch sonrió aliviado, conforme
con la idea. —Supongo que quieres saber porque Bettina no ha venido… —Inició el
hermano mayor. Serch asintió sin saber que más hacer.
—Hace más de una semana que no viene, y no hemos podido
comenzar con la rutina nueva…
—Mi hermana ya no vendrá más a las terapias. —Le cortó Jared
antes de que el chico pudiera decir algo más. —Ella tiene un problema, y he
decidido encerrarla en casa. —Dijo sin más, completamente serio y seguro de su
decisión. En cambio, Serch estaba más confundido que antes.
—Pero… ¿No volverá a caminar? Digo, necesita las terapias
para… —Lo interrumpió Jared, de nuevo…
—Claro que seguirá tomando terapias, pero las tomará en casa,
me refiero a que no vendrá más aquí a la clínica para llevarlas a cabo.
—No entiendo… —Confesó Serch ligeramente triste. Había
conseguido llevarse tan bien con Bettina en un solo día, y de repente… ¿Ya no
la vería más?
—Milsha solía ser la terapeuta de Bett. —Serch asintió. —Pero
tuvo que irse y ahora el nuevo terapeuta eres tú… —Asintió de nuevo.
—Sí, pero… —Interrupción de nuevo…
—Dime, ¿Cuánto quieres por renunciar a tu trabajo aquí en la
clínica? —Preguntó Jared levantando una ceja y con una expresión divertida en
el rostro. Serch abrió los ojos como platos.
— ¿¡Qué!? —Gritó sorprendido. —No pienso renunciar, digo,
este trabajo es la mejor oportunidad de mi vida… ¿Por qué lo haría? ¿Qué tiene
que ver el encierro de Bettina con mi renuncia? —Jared rodó los ojos al percatarse
que el chico no había entendido su “Propuesta”
—Quiero que renuncies porque quiero que te dediques
completamente a mi hermana. Soy capaz de pagarte lo que sea con tal de que
renuncies y trabajes sólo para ella. —Jared intentaba mostrarse seguro frente
al confundido Serch, aunque por dentro se sentía completamente temeroso de que
el joven terapeuta no aceptara su petición.
—No lo sé… —Respondió Serch planteándose mejor la idea.
—Mil euros al mes… —Inició Jared.
— ¿Qué?
—Dos mil entonces…
—Pero…
—Tres mil, me refiero, a tres mil por mes… —Continuó
intentando parecer convincente.
—No lo sé, en serio.
—Doscientos euros por sesión, ¿Algo más? —El chico sentado
frente a Jared sentía que estaba soñando, las cantidades que el hermano mayor
de su paciente le ofrecía eran para gritar… — ¿No te parece? ¿Trescientos suena
mejor? —Jared ensanchó su sonrisa cuando vio que Serch comenzó a asentir
lentamente con la cabeza.
—Vale.
—Comienzas mañana. —Jared se puso de pie, introdujo su mano
derecha en uno de los bolsillos de su chaqueta y sacó un pequeño papel,
extendiéndoselo a Serch para que lo tomara, éste lo hizo y lo miró atentamente.
—Esa es la dirección y mi teléfono, las terapias serán a la hora de siempre. —Jared
guiñó un ojo y caminó a paso lento hacia la puerta, dispuesto a salir de la
pequeña ‘oficina’ y volver con sus asuntos. Giró le perilla de la puerta y la
abrió, pero antes de salir se dio media vuelta, mirando a Serch de lleno. —Recuerda
que debes renunciar ¿Eh? Bettina tiene que ser tu prioridad. Estamos en Agosto,
y antes de que termine el año quiero que ella camine perfectamente. —Sonrió de
nuevo, intentando intimidar a Serch con su mirada, y lo consiguió. Obviamente
no hablaba en serio, era imposible que Bettina lograra caminar tan rápido, y
eso todos lo sabían. Cruzó el umbral de la puerta…
[ Bettina ]
—Betti, amor, deja de llorar por favor… —Repitió Bill por
enésima vez en mi oído. Yo sólo volví a negar con la cabeza y a estrujar su
ligera camiseta blanca entre mis manos, pegando más mi rostro a su pecho,
empapándolo por completo con mis lágrimas.
—Mi hermano me odia… ¿Cómo esperas que deba sentirme? —Había
pasado más de una semana desde el ‘incidente’ con el perfume, y Jared se había
mostrado relajado y comprensivo conmigo.
Hasta que me di cuenta que estaba haciendo lo
imposible por no dejarme ir a mis terapias, ponía pretextos como “Quiero pasar
el día contigo” o “Cuidaré de los bebés de Kayla por hoy, y tú me ayudarás”.
Incluso había faltado al trabajo para vigilarme mejor.
Todo estaba perfecto, no me molestaba para nada
pasar el día con mi hermano.
Georg y Gustav acababan de llegar a Hamburgo, y
Tokio Hotel había tenido que comenzar con sus actividades aquí en Alemania. Y
en esos días que Bill no había podido estar conmigo, mi hermano se encargó de
cuidarme más que antes.
Hasta esta mañana, que nos quedamos
completamente solos en casa, y decidí preguntarle de la forma más directa
posible que era lo que estaba sucediendo. Él suspiró amargamente, como si le
molestara explicarme, pero yo no me retracté, merecía una explicación y él era
el único que podía dármela.
—De ahora en adelante no saldrás de la casa.
—Puntualizó, y yo quedé más que sorprendida.
—No entiendo… ¿Por qué? —Pregunté alarmada, él
negó con la cabeza mirándome fijamente. Tragué saliva presintiendo que nada
bueno iba a decirme.
—Quieras o no… —Comenzó. —Voy a traer un
psicólogo que te ayude, y no saldrás de la casa hasta que estés completamente
recuperada.
— ¡Estás loco! —Le grité sin pensármelo.
—Es por tu bien Bettina. Sólo te permitiré
salir con Bill, pero para tu mala suerte él pronto se irá de Alemania.
—No, por favor no… ¿Y mis terapias?
—Ya veré que hago después. Por ahora, ya le
cambié las cerraduras a la casa para que no puedas salir.
—No puedo creerlo… —Murmuré más para mí misma
que para él. Jared se levantó del sofá del que estaba sentado anteriormente y
cogió de la mesita de centro su móvil y sus llaves.
—Ya está decidido Bettina, estás enloqueciendo
y no voy a permitir que sigas así.
— ¿¡Me estás llamando loca? —Pregunté
repentinamente ofendida por su actitud. —Soy mayor de edad y no puedes
encerrarme Jared.
—Claro que puedo hacerlo, soy tu tutor.
—Comenzó a caminar hacia la salida de la sala de estar, y sin detener su camino
continuó hablando. —Lamento dejarte sola, pero saldré a comer con Vinz, Kayla llegará
más tarde, fue con Freddy y Layla a la casa de Aura. Nos vemos. —Y salió por
completo. Minutos después escuché la puerta del garaje abrirse, para después
dar paso al sonido del motor de un deportivo.
Obviamente me había mentido, no iba con Vinz,
minutos antes de la ‘discusión’ ella me había marcado al móvil para decirme que
saldría de viaje todo el fin de semana con sus padres y que por favor se lo
comunicara a Jared, ya que él traía el móvil apagado y no pudo comunicarse…
Así que seguramente mi sobreprotector hermano
mayor había salido a hacer cualquier cosa para arruinarme la vida…
En cuanto me quedé sola, subí a mi habitación, me lancé a la
cama y comencé a llorar. Ni yo misma sabía exactamente el por qué de mis
lágrimas. ¿Por qué mi hermano me hacía esto? ¿A caso él cree que soy una loca?
Un par de horas más tarde llegó Bill a la casa, al parecer
Jared le había dado una copia de las llaves de las nuevas cerraduras.
Entró a mi habitación, yo ya había controlado mi llanto, pero
en cuanto él me preguntó el por qué de mis ojos rojos, volví a estallar.
Finalmente, Bettina logró quedarse dormida. Me levanté de la
cama y la coloqué en una posición cómoda para que pudiera dormir tranquila.
La observé dormir un momento, sus ojos estaban hinchados y
sus mejillas completamente húmedas. Sentí mi corazón encogerse de culpabilidad;
ella estaba sufriendo, sentía un mar de sentimientos encontrados hacia Jared:
odio, coraje, tristeza, decepción, rencor…
Yo sólo la dejaba llorar en mi pecho.
Mordí mi labio, queriendo llorar yo ahora, imaginando que era
yo al que Bettina odiaba, aunque así debería de ser en realidad. Ya que, si tan
sólo ella supiera que había sido yo el que le había exigido a Jared encerrarla
en casa, fui yo el que mandó cambiar las cerraduras de la casa. Y fui yo el que
había hecho cientos de preguntas a Bettina sobre Serch para después mandar a
Jared a hablar con él.
Salí de la habitación.
Estar con ella sólo me hacía aumentar mi culpa…